El Viaje de Ruth y sus Amigos
En un pequeño pueblo llamado Culturlandia, vivían tres amigos inseparables: Ruth, Fabian y Yhair. Cada uno de ellos tenía una herencia cultural diferente y juntos disfrutaban de las festividades que celebraban sus familias. Un día, mientras jugaban en el parque, se les ocurrió una idea maravillosa: organizar un festival que celebrara sus culturas.
"¡Podríamos invitar a todos los vecinos y hacer un gran festival!" - exclamó Ruth, con sus ojos brillando de emoción.
"Sí, podemos montar un escenario y mostrar danzas típicas de cada cultura", sugirió Yhair, moviendo sus brazos como si ya estuviera bailando.
"Y también podemos hacer una exposición de comidas tradicionales", añadió Fabian, imaginando el delicioso aroma de los platos.
Así que comenzaron a planear su festival. Pero al poco tiempo se dieron cuenta de que no todos en el pueblo estaban de acuerdo.
Un grupo de chicos, que no querían involucrarse, empezó a burlarse de sus ideas.
"¿Por qué perder el tiempo con esas cosas?" - dijo uno de ellos, riéndose.
"No tiene sentido, nadie vendrá", agregó otro, con desdén.
Ruth se sintió desanimada, pero Fabian y Yhair la animaron.
"No podemos dejar que eso nos detenga. Nuestras culturas son importantes y valen la pena ser celebradas" - dijo Fabian, mirando al horizonte.
"Sí, vamos a demostrarles a todos lo increíble que es la diversidad cultural" - añadió Yhair, con una sonrisa llena de determinación.
Esa noche, los amigos se reunieron en la casa de Ruth para seguir preparando el festival. Mientras discutían qué danzas representar, un niño pequeño se asomó por la ventana.
"¿Qué hacen?" - preguntó con curiosidad.
"Estamos organizando un festival para celebrar nuestras culturas", respondió Ruth.
El niño, intrigado, se unió a ellos y pronto más vecinos comenzaron a acercarse.
Con el tiempo, la noticia del festival se extendió y la comunidad empezó a interesarse. La gente comenzó a aportar ideas, y cada uno trajo algo especial para compartir.
El día del festival llegó y el parque se llenó de risas y música. Había danzas, juegos y una feria gastronómica con platos de todas las culturas.
Ruth, Fabian y Yhair se sintieron orgullosos al ver a todos diversión. Sin embargo, un clima de tensión se generó cuando algunos chicos que antes se habían burlado se acercaron al escenario.
"Esto es una pérdida de tiempo", dijo uno de ellos impetuosamente. Pero antes de que pudiera terminar, un grupo de niños en trajes típicos empezó a bailar con alegría, llenando el ambiente de color.
"¡Wow! Esto es increíble!" - dijo el mismo chico, sorprendido por la belleza de lo que estaba viendo.
La actitud de sus amigos cambió.
"Disculpen si no les dimos la oportunidad de compartir antes", dijo el líder del grupo de chicos.
Ruth, Fabian y Yhair sonrieron y los invitaron a unirse.
"¡Claro! Todos son bienvenidos a compartir su cultura" - exclamó Yhair, moviendo los brazos.
Así, en lugar de desanimarse, decidieron que el festival no era solo de ellos sino de toda la comunidad. Los nuevos amigos se pusieron a trabajar juntos, aprendiendo unos de otros.
El festival fue un gran éxito, y todos se fueron a casa con el corazón lleno de alegría y respeto por la diversidad cultural. Desde ese día, Culturlandia se transformó y se convirtió en un lugar donde todos respetaban y celebraban sus diferencias.
"Juntos somos más fuertes y coloridos" - dijo Ruth mientras abrazaba a sus amigos al final del festival.
"¡Sí! Nuestras culturas son como hilos que tejen una hermosa manta" - concluyó Fabian, mirando todos los rostros felices.
"No importa de dónde venimos, siempre podemos aprender y crecer juntos" - finalizó Yhair.
Y así, los tres amigos, con la ayuda de toda la comunidad, demostraron que cuando se unen para celebrar sus raíces, el resultado es un mundo más inclusivo y lleno de amor. El festival se convirtió en una tradición, y cada año, Culturlandia se llenaba de risas, colores y del espíritu de unidad entre todas las culturas. Cada uno siguió siendo diferente, pero juntos crearon algo realmente especial.
FIN.