El viaje de San Martín y la libertad
Había una vez, en un lugar muy lejano, un gran héroe llamado José de San Martín. Con su mirada penetrante y su corazón lleno de pasión por la libertad, soñaba con un continente libre. Un día, mientras paseaba por el campo, se encontró con dos niños, Ana y Tomás, que estaban preocupados y charlando entre ellos.
"¿Qué les sucede, pequeños?" - preguntó San Martín, acercándose a ellos.
"¡Hola!" - respondió Ana, con un tono de tristeza en su voz "Estábamos hablando sobre nuestra tierra. No entendemos por qué algunos no quieren que seamos libres."
"Es una gran pregunta, y quizás mi historia les ayude a entenderlo," - respondió con una sonrisa San Martín.
"Alguna vez, también me sentí así. Pero debemos recordar que la libertad no se regala, hay que luchar por ella."
Intrigados, Ana y Tomás decidieron escuchar. San Martín, con su voz firme, comenzó a relatar su viaje hacia la libertad.
"Comenzó en mi tierra natal, donde el amor por nuestra patria ardía en el pecho de muchos. Decidí construir un ejército, sí, muchos hombres y mujeres de valor se unieron, comprometidos con la causa.
Mis amigos me decían: `José, ¿estás loco? Es un camino difícil.` Pero respondía: 'La independencia vale cualquier esfuerzo'," - explicó mientras los niños lo miraban con admiración.
Los dos pequeños estaban fascinados.
"¿Y entonces?" - preguntó Tomás, con ojos brillantes.
"Entonces viajamos, cruzamos montañas y ríos. Tuvimos que enfrentarnos a desafíos. Un día, durante un gran enfrentamiento, mis fieles soldados estaban desanimados," - San Martín hizo una pausa para que los niños sintieran la tensión. "Dije: '¡Ustedes son la fuerza de este ejército! No se rindan ahora. Recuerden por qué estamos aquí: por la libertad de nuestros hermanos'. Y ese día tuvimos una victoria inesperada, gracias al espíritu de cada uno de ellos."
Ana asintió, empapada de emoción, mientras que Tomás deseaba saber más.
"¿Y tuvieron más batallas?" - preguntó.
"Sí, muchas. Pero cada batalla nos acercaba un poco más a nuestro objetivo. A veces, perdíamos, y eso nos dolía. Pero cada derrota nos enseñaba lecciones valiosas. Uno aprende a levantarse y seguir intentando."
De pronto, un ave sobrevoló el lugar, interrumpiendo la historia.
"¿Vieron eso?" - dijo San Martín, indicando hacia el cielo. "Eso es un símbolo de libertad. Pero para que se alce, necesita volar, y para volar, debe salir del nido. Así es nuestra libertad: debemos esforzarnos por alcanzarla."
Ana, llena de entusiasmo, intervino.
"¿Y cómo podemos ayudar? ¿Qué podemos hacer nosotros?" - preguntó.
"Cada acción cuenta, tanto en casa como en la escuela. Hablen sobre la importancia de la democracia, sigan sus sueños y nunca dejen que otros les digan que no pueden lograr algo. Recuerden, cada pequeño paso conduce a un gran cambio," - aconsejó San Martín.
Tomás pensó por un momento.
"Ya lo tengo! Mañana haremos una reunión en el patio de la escuela para hablar sobre la independencia y cómo cada uno de nosotros puede contribuir a ser ciudadanos responsables."
San Martín sonrió.
"Exactamente. Es el compromiso y el esfuerzo de cada uno lo que construye la independencia de un país. Y así, las semillas que planten hoy, serán el futuro mañana."
Los niños estaban inspirados y decidieron que al día siguiente, durante su reunión, compartirían la historia de San Martín con sus compañeros. Le dieron las gracias al héroe y corrieron hacia sus casas, llenos de nuevas ideas y una fuerte determinación en sus corazones.
Y así, a través de una pequeña charla, José de San Martín había inspirado a dos niños a asumir su responsabilidad en la lucha por la independencia. ¡Y esa es la verdadera fuerza de un futuro libre!
Desde entonces, cada vez que Ana y Tomás veían un ave volando alto, recordaban a San Martín y sus enseñanzas sobre el compromiso, la libertad y la independencia, sabiendo que ellos también eran parte de esa historia.
FIN.