El viaje de San Martín y sus amigos
En un cálido día de verano, en un pequeño pueblo llamado Yapeyú, un grupo de amigos se reunió en la plaza central para hablar sobre el futuro de su país. Entre ellos se encontraban José, un soñador con un gran corazón; Clara, siempre llena de ideas brillantes; y el valiente Martín, que soñaba con ser un gran líder.
"¿Se imaginan cómo sería nuestra vida si todos en nuestro país vivieran libres y felices?" - preguntó José, mientras miraba las nubes que se movían en el cielo.
"Sí, pero para eso necesitamos unirnos y trabajar juntos, como verdaderos amigos", - respondió Clara con una sonrisa.
"Yo creo que tenemos que hacer algo. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras otros sufren," - dijo Martín con determinación.
Inspirados por estas palabras, decidieron planear una gran aventura hacia los Andes, donde esperaban encontrar el lugar mágico de ‘Libertad’, donde los sueños de todos podían hacerse realidad.
Con un mapa viejo que encontraron en el desván de la abuela de José, comenzaron su viaje. Sin embargo, el camino no iba a ser fácil.
"¿Qué haremos si nos encontramos con obstáculos?" - preguntó Clara, algo preocupada.
"Nos detendremos a pensar y a encontrar la mejor solución. Lo importante es no rendirse y seguir adelante" - respondió Martín, con su mirada firme.
A lo largo del viaje, pasaron por el río y encontraron un gran árbol que les bloqueaba el paso.
"¡No podemos ir por aquí!" - exclamó Clara al ver el gran tronco caído.
"Podemos mover algunas ramas y hacer un camino", - sugirió José, mirando el árbol con atención.
"¡Sí! ¡Eso haré yo!" - dijo Martín, mientras empezaba a despejar la ruta.
Después de un arduo trabajo en equipo, lograron pasar y continuaron su camino. Al llegar a las montañas, el aire era tan fresco y limpio que todos sintieron que podían respirar la libertad que tanto deseaban. Sin embargo, otra dificultad estaba a punto de llegar.
Un denso neblina cubrió el sendero, y los amigos comenzaron a confundirse sobre dónde ir.
"¡Estamos perdidos!", - gritó Clara, con un poco de miedo.
"No te preocupes, Clara. Siempre podemos encontrar nuestro camino de regreso. Lo importante es seguir adelante y no perder la esperanza" - dijo Martín, eligiendo caminar hacia el sonido de un río cercano.
"¡Escuchen! ¡Ese es el río!" - exclamó José, emocionado.
Con ese nuevo impulso, comenzaron a escuchar el murmullo del agua y a seguir ese sonido hasta que la neblina se disipó, mostrándoles un hermoso paisaje de montañas.
"¡Miren! ¡El lugar mágico de ‘Libertad’!", - gritó José, saltando de alegría.
"¡Lo logramos!" - dijo Clara, abrazando a sus amigos.
En ese lugar, encontraron un gran árbol lleno de frutas brillantes que prometían hacer realidad los sueños de quienes se acercaran.
"¿Qué es lo que más deseamos?" - preguntó Martín, reflejando la luz del sol.
"Queremos que todos en nuestro país sean libres y felices", - dijeron al unísono.
Las frutas comenzaron a brillar aún más y de repente una suave brisa pareció susurrar en sus oídos:
"La libertad comienza en el corazón de cada uno de ustedes. Sean siempre valientes y trabajen juntos para alcanzar sus sueños y los de su gente."
Los amigos sonrieron, entendiendo que la verdadera libertad no solo era un lugar, sino un compromiso para ayudar a los demás y luchar por un mundo mejor. Decidieron regresar a Yapeyú para contarles a todos acerca de su aventura y la importancia de trabajar unidos.
Así fue como, mediante el esfuerzo y la unión, José, Clara y Martín transformaron en su pueblo las semillas de la libertad que habían encontrado en su viaje hacia la magia de los Andes.
FIN.