El viaje de Santiago



Había una vez un niño llamado Santiago, que tenía dos grandes amores en su vida: su balón de fútbol y sus autitos de juguete.

A Santiago le encantaba jugar con ellos todo el día, pero también era un niño muy responsable y amoroso con su familia. Un día, mientras jugaba al fútbol con sus amigos en la plaza del barrio, uno de ellos le preguntó: "Santiago, ¿alguna vez has pensado en viajar por el mundo?".

Santiago se quedó pensando por un momento y luego dijo: "No, nunca lo he pensado. Pero sería genial poder conocer otros países y culturas".

Desde ese día, Santiago empezó a soñar con viajar por el mundo junto a su balón y sus autitos. Le contó a sus padres sobre su sueño y ellos lo apoyaron totalmente. Así que una tarde, después de mucho ahorrar dinero para el viaje, Santiago partió hacia su primera aventura: Europa.

El primer país que visitó fue España. Allí pudo ver la famosa Sagrada Familia en Barcelona y también disfrutó de los hermosos paisajes de Madrid.

Pero lo que más le gustó fue conocer a unos niños españoles con los que compartió su balón y juguetes. Luego viajó a Francia donde visitó la Torre Eiffel en París y comió croissants deliciosos.

También tuvo la oportunidad de jugar al fútbol con unos niños franceses que hablaban muy poco español pero se entendían perfectamente gracias al lenguaje universal del deporte. Después de Francia llegó Alemania. Allí descubrió muchos autos increíbles e incluso visitó el museo de Mercedes Benz.

Pero lo que más disfrutó fue conocer a una familia alemana con la que compartió su amor por los animales y juntos cuidaron de un perro callejero. Santiago continuó su viaje por otros países como Italia, Inglaterra y Holanda.

En cada lugar aprendía algo nuevo y se sorprendía con las costumbres y tradiciones de cada cultura. Finalmente, después de varios meses, Santiago regresó a casa. Había vivido muchas aventuras pero también había extrañado mucho a su familia y amigos.

Al llegar, sus padres le preguntaron: "¿Qué es lo que más te gustó del viaje?" Y Santiago respondió sin dudarlo: "Lo que más me gustó fue poder compartir mi balón y mis autitos con niños de todo el mundo.

También aprendí mucho sobre diferentes culturas pero siempre llevé en mi corazón el amor por mi familia". Desde ese día, Santiago valoraba aún más la importancia de cuidar a sus seres queridos y compartir lo que tenía con quienes lo necesitaban.

Y así siguió jugando al fútbol con su balón y sus autitos, sabiendo que había un mundo entero esperándolo para seguir explorando nuevas aventuras junto a ellos.

FIN.

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