El Viaje de Sara



Sara era una niña alegre que vivía en Brooklyn con su mamá Camila y su papá Juan. Un día, su mamá le dijo que estaba emocionada por que iba a comenzar en un nuevo colegio.

"¡Mamá, no quiero ir a un lugar nuevo!" - exclamó Sara mientras jugaba en su habitación.

"Entiendo, mi amor. Pero a veces, los cambios pueden traer cosas buenas. Además, vas a conocer a nuevos amigos," - le respondió Camila mientras organizaba la mochila de Sara.

El primer día en el nuevo colegio, todo era diferente. Había más niños y el aula era colorida. Mientras estaba en clase, notó a un chico rubio que parecía muy simpático. Su nombre era Evan.

"Hola, soy Sara. ¿Y vos?" - se presentó ella al verlo dibujar.

"¡Hola! Yo soy Evan. Me gusta mucho dibujar, ¿y a vos?" - le respondió él sonriente.

Desde ese momento, Sara y Evan se volvieron inseparables. Pasaban horas hablando y riendo juntos, y Sara se olvidó un poco de su miedo al cambio. Juntos, exploraban el parque cercano a la escuela, disfrutaban del arte y soñaban con aventuras futuras.

Un día, Sara encontró un viejo mapa en el desván de su casa. Estaba lleno de luces y tesoros. Emocionada, se lo mostró a Evan.

"¡Mirá este mapa! Dice que hay un tesoro escondido en el bosque. ¡Deberíamos ir a buscarlo!" - dijo Sara con entusiasmo.

"¡Sí, suena genial! Podemos ser aventureros de verdad," - confirmó Evan, con un brillo en sus ojos.

Ambos hicieron planes y decidieron que al final de semana irían a buscar el tesoro. Se prepararon con linternas, bocadillos y muchas ganas de aventura. Cuando llegó el día, se encontraban en la entrada del bosque, con el mapa en mano y sonrisas en sus rostros.

Mientras caminaban, hablaban sobre sus sueños y planes para el futuro. Pero Sara no podía evitar preguntarse si Evan siempre estaría allí con ella, porque su papá tenía un trabajo que podía llevar a la familia a otra ciudad.

"Evan, ¿te gustaría mudarte lejos de aquí?" - le preguntó Sara un poco nerviosa.

"No lo sé. Me gusta este lugar y estar con mis amigos. ¿Por qué?" - respondió él, en tono curioso.

Sara dudó, y decidió no contarle sobre el posible traslado de su familia. Sin embargo, esa noche, mientras dormía, se dio cuenta de que no quería que su amistad se desvaneciera. Así que decidió que si algo pasaba, siempre podrían encontrarse.

La semana siguiente, un milagro ocurrió. Un día avisaron en la escuela que Evan y su familia se mudarían, y el corazón de Sara se hundió.

"Evan, me acabo de enterar... te vas a ir, ¿verdad?" - preguntó ella con una voz apagada.

"Sí, mi papá consiguió un nuevo trabajo. Pero…" - respondió Evan mientras se rascaba la cabeza. "No te preocupes, Sara. Siempre puedo volver a visitar, y siempre tendrás un amigo en mí. ¡Prometo que nunca te olvidaré!"

Tras eso, Sara decidió que debía crear un recuerdo especial antes que se fuera. Juntos planearon una última aventura en el bosque. Cuando llegaron al lugar donde estaba el tesoro en el mapa, descubrieron que no había un cofre de oro, sino un hermoso arroyo lleno de flores y mariposas.

"El verdadero tesoro es esto, nuestra amistad y estos momentos," - dijo Evan, sonriendo.

Sara sonrió, sabiendo que aunque Evan se mudara, siempre recordarían esos días juntos. Con la ayuda de su mamá y su papá, Sara aprendió a mantenerse en contacto con Evan y a valorar cada amistad que creara, sin importar la distancia.

Así, aunque la vida presentara cambios y despedidas, siempre habría un lugar en su corazón para los amigos que amaba. Y cada vez que Sara miraba el atardecer, recordaba que amar y compartir momentos era el mayor tesoro de todos.

FIN.

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