El viaje de Scrooge a la tumba de Timoteo



En una fría noche de Navidad, Scrooge se levantó de su cama sobresaltado. Las revelaciones de los espíritus lo habían abrumado, y una sensación de pesar invadía su corazón. Sin pensarlo dos veces, decidió salir de su casa en medio de una inesperada nevada. Recorrió las calles iluminadas por las luces navideñas hasta llegar al cementerio, donde yacía Tiny Tim, su joven empleado que había perdido la vida años atrás.

Con paso lento y pensativo, Scrooge se acercó a la tumba de Timoteo. La nieve crujía bajo sus pies y el viento soplaba con fuerza, pero nada detenía su determinación. Se arrodilló frente a la lápida, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón cargado de arrepentimiento.

- Timoteo, mi querido Timoteo -susurró Scrooge con voz temblorosa-. Lamento haber sido un hombre frío y sin corazón. Me arrepiento de no haber sabido valorar lo que realmente importa en la vida.

Mientras hablaba, una luz cálida comenzó a brillar a su alrededor, disipando la oscuridad que lo envolvía. Scrooge sintió un cosquilleo en el corazón, como si algo dentro de él estuviera cambiando.

De repente, una figura etérea apareció frente a él. Era el espíritu de la Navidad Futura, que le había mostrado el triste destino que le esperaba si no cambiaba su actitud.

- Scrooge, has tomado una decisión valiente al venir aquí -dijo el espíritu con voz gentil-. Aún estás a tiempo de enmendar tus errores y vivir una vida llena de amor y generosidad.

Las palabras del espíritu resonaron en el corazón de Scrooge, llenándolo de una determinación renovada. Se levantó con firmeza y miró hacia el cielo, donde la nieve seguía cayendo con suave serenidad.

Decidió regresar a la ciudad, pero esta vez con un propósito diferente. Visitaría a la familia de Timoteo y les brindaría todo el apoyo que necesitaran. Desde ese día, Scrooge se convirtió en un hombre generoso y amable, dispuesto a compartir la alegría de la Navidad con todos los que lo rodeaban.

La lección que aprendió aquella noche perduraría por siempre en su corazón: el verdadero espíritu de la Navidad reside en el amor, la compasión y la solidaridad.

FIN.

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