El viaje de Sebastian hacia la amabilidad



Había una vez un niño llamado Sebastian, que era muy mañoso, pesado, egoísta y siempre estaba enojado con su familia.

No quería compartir sus juguetes con su hermana menor, no ayudaba en casa y siempre se quejaba de todo lo que le pedían hacer. Un día, mientras Sebastian jugaba solo en su habitación, encontró un libro mágico en el fondo de su armario.

Al abrirlo, una luz brillante lo envolvió y lo transportó a un mundo lleno de colores y criaturas fantásticas. Sebastian se encontró frente a un hada madrina que le dijo: "Has sido egoísta y malhumorado con tu familia.

Para volver a casa, deberás completar tres pruebas que te enseñarán el valor de la amabilidad y la generosidad". La primera prueba consistía en ayudar a un conejo parlante a recolectar zanahorias para alimentar a los animales del bosque. Al principio, Sebastian se negó porque pensaba que era una tarea aburrida e innecesaria.

Pero al ver la tristeza en los ojos del conejo, decidió darle una mano. "¡Vamos Sebastian! Entre los dos podemos recolectar todas las zanahorias", dijo el conejo.

Después de completar la primera prueba con éxito, Sebastian se sintió bien consigo mismo por haber ayudado desinteresadamente. La segunda prueba fue resolver un acertijo junto a un duende bromista.

Aunque al principio Sebastian se frustró por no poder encontrar la respuesta rápidamente, recordó que debía ser paciente y trabajar en equipo para lograrlo. "¡Tranquilo Sebastian! Juntos somos más inteligentes", dijo el duende entre risas. Finalmente, llegó la tercera prueba: salvar a una princesa encantada por un hechizo malvado. Sebastian tuvo que demostrar compasión y valentía para liberarla del maleficio.

Al regresar a su habitación después de superar las tres pruebas, Sebastian se dio cuenta de lo mucho que había aprendido durante su aventura mágica.

Corrió hacia su hermana menor y le ofreció uno de sus juguetes favoritos sin esperar nada a cambio. Luego ayudó a sus padres con las tareas del hogar sin protestar ni poner excusas.

Desde ese día en adelante, Sebastian dejó atrás su actitud mañosa, pesada y egoísta para convertirse en un niño amable, generoso y feliz junto a su familia. Aprendió que ser bueno con los demás no solo traía alegría al corazón propio sino también al corazón de quienes nos rodean. Y así vivieron felices todos juntos para siempre.

FIN.

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