El Viaje de Sofía al País de las Nubes
Sofía era una niña curiosa y llena de sueños. Cada mañana, mientras caminaba a la escuela, miraba a su alrededor en busca de algo extraordinario. Un día, mientras se acercaba a la esquina de su calle, notó un pequeño pasaje que nunca había visto antes. Su corazón se aceleró de emoción.
«¿A dónde llevará este camino? », pensó.
Con una sonrisa decidida, Sofía decidió explorar. Al dar el primer paso en el pasaje, sintió un cosquilleo en su pancita. Los árboles a los lados parecían susurrar secretos y las flores del suelo brillaban en colores que jamás había visto.
- «Esto es increíble», dijo Sofía mientras se adentraba más en el misterioso sendero.
Pronto, el pasaje la llevó a un lugar totalmente diferente. Una pradera llena de flores gigantes se extendía ante ella. En el cielo flotaban nubes con formas curiosas: algunas parecían animales, otras eran dulces gigantes.
- «Hola, pequeña viajera», dijo de repente una nube que se asemejaba a un conejo.
Sofía, sorprendida, sonrió.
- «¡Hola! ¡¿Puedes hablar? ! », preguntó asombrada.
- «Sí, y somos amigos de todos los que tienen sueños», respondió el conejo-nube.
Sofía sintió que estaba en el lugar perfecto para vivir una aventura. Se presentó:
- «Soy Sofía y me encanta explorar».
- «Entonces, eres más que bienvenida en el País de las Nubes. Ven, te mostraré nuestro mundo», dijo la nube.
Juntas, comenzaron a recorrer el lugar. Sofía conoció a un pájaro de colores brillantes que le enseñó a cantar entre risas, y a un pez volador que la llevó a surcar los cielos.
- «¡Es maravilloso! », exclamó Sofía. Pero, mientras jugaban, de repente, una sombra oscura cubrió el país. Era un viento feroz que quería llevarse las nubes.
- «¡Ayuda! », gritó el conejo-nube.
Sofía sintió que debía hacer algo. Con determinación, se acercó a la sombra:
- «¡Alto! No puedes llevarte nuestras nubes».
El viento, sorprendido, la miró con curiosidad.
- «¿Y quién eres tú? », preguntó, alisando su fuerza.
- «Soy Sofía, y viniendo aquí aprendí que las aventuras son mejores con amigos», dijo valientemente.
El viento, al escuchar esas palabras, se sintió conmovido.
- «No sabía que las nubes tenían amigos. Siempre pensé que eran solo vapor», dijo el viento, atenuando su furia.
- «¡Son mucho más que eso! », exclamó Sofía.
Con un gesto, Sofía reunió a todos los amigos que había hecho en este lugar mágico: las nubes, los pájaros y los peces voladores. Juntos, formaron una fila delante del viento.
- «¡Juntos somos fuertes! ¡No dejes que la oscuridad te controle! », gritaron al unísono.
El viento, al ver la unidad, decidió retirarse y, agradecido por la lección, se desvaneció en el horizonte, dejando tras de sí un brillo especial en el aire.
Sofía, con una gran sonrisa en el rostro, sabía que había creado la mejor de las aventuras, donde había aprendido el valor de la amistad y la solidaridad.
- «¡Gracias a todos! Nunca olvidaré este lugar», dijo Sofía mientras las nubes comenzaban a formar un camino de regreso.
Antes de partir, la nube-conejo le dijo:
- «Recuerda, Sofía: todas las aventuras comienzan con un pequeño paso. Y siempre que sueñes, podrás volver a visitarnos».
Sofía caminó por el pasaje de vuelta a su escuela, su corazón lleno de alegría y nuevos amigos. Ya no vio su camino como un simple trayecto, lo veía como una posibilidad de aventuras, risas e historias por contar. Sabía que cada día podría ser especial, si tan solo tenía el valor de explorar.
Así, Sofía hizo un pacto consigo misma: nunca dejar de buscar aventuras, porque el mundo estaba lleno de maravillas esperándola, y siempre llevaba consigo la magia del País de las Nubes.
FIN.