El viaje de Sofía hacia la divinidad



Había una vez una niña llamada Sofía, que siempre se preguntaba cómo sería Dios. Ella había oído muchas historias sobre él, pero nunca lo había visto.

Sofía era muy curiosa y tenía un espíritu aventurero, así que decidió emprender un viaje en busca de Dios. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, encontró a un pequeño pajarito herido en el suelo.

Sin dudarlo, Sofía lo tomó en sus manos y decidió cuidarlo hasta que estuviera mejor. Sofía llevó al pajarito a su casa y lo colocó en una caja con hojas y ramitas para hacerlo sentir cómodo. Todos los días le daba agua y comida, esperando ansiosamente a que se recuperara.

Mientras cuidaba del pajarito, Sofía pensaba: "Si puedo ayudar a este pequeño ser viviente, ¿cómo será Dios?"Después de unos días de dedicado cuidado, el pajarito finalmente se sintió mejor y pudo volar de nuevo.

Pero antes de irse volando hacia el cielo azul, el pajarito miró a Sofía con gratitud en sus ojos brillantes. "Gracias por salvarme", trinó el pajarito con alegría. Sofía sonrió mientras veía al pajarito desaparecer entre los árboles.

Su corazón estaba lleno de felicidad porque había sido capaz de ayudar a alguien tan frágil como aquel pequeño pájaro. Decidida a seguir buscando respuestas sobre Dios, Sofíá continuó su viaje. Encontró un arroyo cristalino y se detuvo para descansar.

Mientras miraba el agua correr, vio a un pez nadando en contra de la corriente. "¡Hola, pececito! ¿Por qué nadas tan fuerte?" preguntó Sofía curiosa. El pez respondió: "Estoy buscando comida para mi familia.

A veces es difícil, pero nunca me rindo". Sofía se sorprendió por la valentía del pequeño pez y reflexionó: "Si este pececito puede enfrentarse a los desafíos sin rendirse, ¿cómo será Dios?"Animada por su encuentro con el pajarito y el pez, Sofía continuó su viaje.

Llegó a una colina alta desde donde podía ver todo el paisaje extendiéndose ante sus ojos. Se sentó en la hierba y observó cómo las flores bailaban al ritmo del viento.

De repente, una mariposa multicolor voló hacia ella y se posó suavemente en su hombro. Fascinada por su belleza, Sofía le preguntó:"Mariposa, ¿alguna vez te has sentido atrapada?"La mariposa respondió: "Cuando era una oruga, me sentía atrapada en mi capullo.

Pero luego me transformé en esta hermosa mariposa que puedes ver ahora". Las palabras de la mariposa resonaron en el corazón de Sofía. Comprendió que todos tienen la capacidad de transformarse y superar cualquier obstáculo que se les presente.

Con cada experiencia vivida durante su viaje, Sofía comenzaba a entender un poco más sobre Dios. Descubrió que él estaba presente en todas las cosas, desde el más pequeño pajarito hasta la majestuosidad de la naturaleza.

Al regresar a casa, Sofía se dio cuenta de que no necesitaba ver a Dios físicamente para saber que existía. Había aprendido que Dios estaba en todas partes y en cada ser vivo.

Desde ese día, Sofía vivió su vida con gratitud y amor hacia todo lo que la rodeaba. Siempre recordaría su viaje como una lección invaluable: aunque no podamos ver a Dios con nuestros ojos, podemos sentirlo en nuestros corazones y verlo reflejado en el mundo que nos rodea.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!