El Viaje de Sueños de Lucas y su Mamá
En un pequeño pueblo lleno de colores y risas, vivía un niño llamado Lucas y su mamá, Lucía. Ellos compartían un lazo especial y cada noche se acomodaban en la cama, donde se contaban historias y hacían volar su imaginación.
Una noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Lucas le dijo a su mamá:
"¿Te imaginas si pudiéramos entrar en nuestros sueños?"
"Sería increíble, cariño. Podríamos vivir aventuras sin fin. ¿A dónde te gustaría ir?"
"Yo quiero conocer el mundo de los dinosaurios. ¡Sería genial!"
Entonces, Lucía sonrió y, como siempre, comenzaron a hablar sobre lo que harían si tuvieran alas o pudieran saltar entre planetas.
Pero esa noche, algo diferente sucedió. Mientras dormitaban, un suave brillo llenó la habitación y, de pronto, ¡se encontraron en un lugar mágico! Era un mundo donde los colores eran más vivos y los árboles hablaban.
"¡Mirá, mamí!" exclamó Lucas emocionado.
"Es asombroso, Lucas. Estamos en el País de los Sueños. ¡Mirá esas criaturas voladoras!"
Juntos, volaron sobre montañas de algodón de azúcar y océanos de gelatina. Se encontraron con un grupo de dinosaurios amigables que les enseñaron a jugar a un juego llamado "Atrapa la estrella".
"¿Querés probar?" preguntó un pequeño dinosaurio llamado Dino.
"¡Sí!" respondió Lucas, saltando de alegría.
Todo era risas y diversión hasta que un gran rumor sacudió el hermoso paisaje. Un volcán comenzó a temblar, y Lucas miró preocupado a su mamá.
"¿Qué hacemos, mamí?"
"No te preocupes, Lucas. Juntos podemos encontrar la manera de ayudar. Vamos a averiguar qué necesita el volcán."
Se acercaron al volcán y escucharon que estaba triste porque se sentía solo.
"¿Cómo podemos ayudarte?" preguntó Lucía.
"¡Necesito amigos!" exclamó el volcán.
Lucas tuvo una idea.
"¿Y si hacemos una fiesta? Invitemos a todos los personajes del país de los sueños. Así no estarás más solo."
"¡Genial!" respondió el volcán emocionado.
Volando de regreso, hicieron invitaciones con hojas brillantes y comenzó la gran fiesta. Todos los amigos de Lucas y su mamá llegaron, trayendo comida deliciosa y música. El volcán, que antes se sentía solo, ahora estaba rodeado de amigos y se llenó de alegría.
"¡Estoy tan feliz! Gracias, Lucas y Lucía. Ustedes son los mejores amigos que he podido desear!"
"¡Lo hicimos juntos, mamí!" decía Lucas mientras disfrutaba de un gran trozo de pastel de chocolate.
Pero al final de la fiesta, un suave brillo volvió a llenar el aire y, poco a poco, Lucas y su mamá se fueron desvaneciendo hacia su cama.
"¿Volveremos a este lugar, mamí?" preguntó Lucas, con un goteo de sueño en sus ojos.
"Siempre que estemos juntos en nuestros sueños, querido, podremos volver a cualquier lugar mágico que deseemos."
Y así, esa noche, Lucas y Lucía aprendieron que su amor y la unión podían superar cualquier obstáculo y que, en el mundo de los sueños, la verdadera aventura se encontraba en compartir momentos y ser valientes.
Desde entonces, cada noche antes de cerrar los ojos, Lucas y su mamá aseguraban:
"¡Más allá de los sueños, siempre juntos!"
Y el pequeño niño sonreía, sabiendo que no había límite para la imaginación y el cariño que compartían.
FIN.