El Viaje de Taki
Era un día soleado en la selva, y el pequeño Taki, un niño indígena de la tribu de los Qom, decidió que debía encontrar a su mamá, quien había salido por la mañana a recolectar frutos. Con su corazón lleno de esperanza, Taki comenzó su aventura.
Mientras caminaba, el niño se detuvo al escuchar una melodía suave y encantadora. Era una mariposa de colores radiantes que danzaba a su alrededor.
"Hola, pequeño Taki. Soy Luna, la mariposa. ¿Buscas algo?" - preguntó con una voz dulce.
"Sí, busco a mi mamá. Se fue a buscar frutas y no ha vuelto" - respondió Taki con un tono de tristeza.
"No te preocupes, Taki. La selva nos habla. Si escuchás a los animales y a las flores, ellos te guiarán. ¿Te gustaría que te ayude?" - sugirió Luna.
Taki asintió con entusiasmo, y juntos siguieron su camino. Después de unos minutos, llegaron a un hermoso campo lleno de flores de todos los colores. Allí, conocieron a una flor gigante llamada Florinda.
"¡Hola, pequeños!" - exclamó Florinda con una voz melodiosa. "¿Qué los trae por aquí?"
Taki explicó la situación, y Florinda se puso seria.
"Se dice que tu mamá fue hacia la montaña. El camino es largo y difícil, pero no temas. Te llenaremos de energía con nuestra belleza y dulzura. ¡Sigamos adelante!" - y, al decir esto, las flores comenzaron a cantar, llenando de alegría el corazón de Taki.
Así, se despidieron de Florinda y continuaron su camino hacia la montaña. Mientras subían, el aire se volvía más fresco y el terreno más rugoso. En el camino, se encontraron con un matón de la selva, un jaguar elegante pero misterioso.
"¿Quiénes son ustedes que caminan por mi territorio?" - rugió el jaguar con una mirada desafiante.
"Soy Taki y busco a mi mamá." - respondió el niño sin miedo, sintiéndose fuerte por la amistad de Luna.
"Hmm, interesante. Pero debo advertirte, no es fácil encontrarla. Necesitarás saber escuchar..." - el jaguar se acercó un poco "Si escuchás el susurro del viento, te guiará. Te ayudaré, pero debes prometer no perder la fe."
Taki, decidido, aceptó la promesa. Juntos, continuaron su viaje, hasta que llegaron a un punto donde el viento soplaba con fuerza.
"Escucha atentamente, Taki. ¿Qué oís?" - le dijo Luna, revoloteando a su alrededor.
"Oigo el sonido del río, y el murmullo de las hojas... y... y... ¡una voz!" - exclamó Taki, emocionado.
"Eso es el eco de tu mamá. Si seguís el sonido, ella te encontrará" - explicó el jaguar.
Siguieron el sonido del eco, y Taki se sintió cada vez más emocionado. De repente, llegaron a un acantilado, y desde allí, vio el río que brillaba bajo el sol.
"¡Ahí está!" - gritó Taki. "¡Mamá!"
A lo lejos, pudo ver la figura conocida de su madre, recolectando frutas en la orilla del río. Sin pensarlo dos veces, se lanzó colina abajo, gritando de alegría.
Cuando finalmente se reunieron, su madre lo abrazó con fuerza.
"Taki, te estaba buscando. Estaba preocupada por vos!" - dijo con lágrimas de felicidad.
"¡Mamita! Hice nuevos amigos. Las flores y los animales me ayudaron a encontrarte"
La madre sonrió, sintiéndose orgullosa de su valiente hijo. Juntos, regresaron a casa, y Taki nunca olvidó su aventura. Había aprendido que la naturaleza siempre está dispuesta a ayudarnos, y que con fe, amor y valentía, uno puede encontrar siempre el camino de regreso a casa.
Y así, el niño Taki creció y se volvió un sabio guerrero de la naturaleza, siempre recordando a sus amigos de la selva que le enseñaron a escuchar y a buscar siempre la ayuda.
Fin.
FIN.