El Viaje de Timo a la Prehistoria
Era un día soleado en el barrio de Timo, un niño curioso de ocho años que soñaba con aventuras. Su mayor deseo era viajar en el tiempo. Un día, mientras exploraba el desván de su abuelo, encontró una extraña caja cubierta de polvo. La caja tenía un botón brillante que parecía llamar a Timo.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Timo mientras limpiaba la caja.
Al presionar el botón, una luz brillante rodeó a Timo y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en un denso bosque lleno de árboles gigantes y sonidos extraños.
"¡Estoy en la Prehistoria!" - exclamó emocionado. Justo en ese momento, un pequeño grupo de cavernícolas apareció. Parecían asustados, pero Timo levantó las manos para mostrar que no era una amenaza.
"¡Hola! Soy Timo. ¿Cómo se llaman?" - dijo, intentando sonar amigable.
Uno de los cavernícolas, un niño llamado Kolo, salió del grupo.
"Me llamo Kolo. ¿Eres un mago?" - preguntó Kolo con ojos curiosos.
"No, solo soy un niño como vos. Pero traigo un regalo de mi tiempo." - Timo sacó de su mochila un paquete de caramelos.
Los ojos de Kolo brillaron.
"¿Qué son?" - preguntó, mirando la golosina con incredulidad.
"Son dulces. Dale, probalo."
Kolo probó uno y su cara se iluminó.
"¡Es delicioso!" - gritó y corrió a compartir con sus amigos. Todos los cavernícolas comenzaron a reír y disfrutar de los caramelos, y Kolo decidió llevar a Timo a su cueva.
Mientras caminaban, Timo se dio cuenta de que todo era diferente: no había calles, ni autos, ni edificios. Todo era naturaleza. Y no muy lejos, se escuchó un ruido fuerte.
"¿Qué es eso?" - preguntó Timo, percatándose del nerviosismo en el aire.
Kolo miró hacia atrás con preocupación.
"Es un mamut, tenemos que ser cuidadosos. Son gigantes y pueden ser peligrosos." - dijo Kolo mientras observaban a la enorme criatura caminar.
Timo recordó una historia que su profesor les había contado sobre mamuts y cómo también eran parte de su ecosistema.
"¡No los asustes! A veces solo buscan comida. Hay que dejarlos tranquilos, vení, sigamos." - sugirió Timo.
Intrigado, Kolo decidió seguir el consejo de su nuevo amigo. Juntos, lograron observar al mamut a distancia, mientras comía hierba en un claro del bosque.
Luego de un rato de exploración y juegos, Kolo llevó a Timo a su cueva, donde su familia lo recibió con curiosidad.
"Bienvenido, amigo del extraño mundo. Espero que tengas hambre, vamos a cenar." - dijo la madre de Kolo mientras servía algo que parecía un guiso de raíces.
Timo, aunque un poco desconcertado por la apariencia de la comida, sonrió y probó un bocado.
"¡Esto es delicioso!" - exclamó, y Kolo sonrió con orgullo.
Pero luego, mientras comían, se escuchó un fuerte trueno. Un grupo de mamuts comenzó a acercarse rápidamente, como si los hubieran asustado.
"¡Rápido, tenemos que salir de aquí!" - gritó Kolo.
Timo pensó rápido y recordó que había una zona segura en el bosque donde los mamuts no solían ir.
"¡Síganme!" - dijo mientras corría a guiar al grupo. Con movimientos cuidadosos, llegaron a un claro protegido por rocas.
"Parece que estamos a salvo..." - dijo Timo, mientras miraban a los mamuts de lejos.
Al verlos tranquilos, Kolo habló.
"¡Gracias, Timo! Sin ti no lo hubiéramos logrado."
"¡Lo hicimos juntos! En mi tiempo, aprendí que siempre hay que ayudar a los demás y trabajar en equipo." - contestó Timo.
Con el tiempo, Timo se dio cuenta de que había creado un valioso lazo de amistad con Kolo y su familia. Descubrió que en la Prehistoria, las personas se cuidaban entre sí, y se ayudaban para sobrevivir.
"Tengo que volver a casa, pero prometo volver a visitarnos. ¡Traeré más caramelos!" - anunció Timo mientras la luz brillante comenzaba a rodearlo una vez más.
"¡Hasta luego, Timo! ¡Regresa pronto!" - gritaron Kolo y su familia.
Con una sonrisa, Timo volvió a presionar el botón de la caja y, en un instante, estaba de vuelta en su desván, pensando en todo lo que había vivido.
Esa noche, mientras miraba las estrellas, sintió que había aprendido una lección importante. El verdadero poder de la amistad y la colaboración no se limita a la época en la que vivís, sino que siempre existirá, sin importar el lugar ni el tiempo. Y así, decidió que al día siguiente compartiría su experiencia con sus amigos y enseñarles lo que significa cuidar y ayudar a los demás.
FIN.