El Viaje de Tita



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Colortín, donde vivía una pequeñita llamada Tita. Ella era una niña alegre, que siempre llevaba en su mochila dibujos de su país, un lugar lleno de selvas y montañas. Pero un día, su familia decidió mudarse a Colortín debido a un nuevo trabajo de su papá.

Cuando Tita llegó a su nueva escuela, se sintió un poco nerviosa. En clase habían niños de todos los colores, pero ella se daba cuenta de que su acento era diferente. Mientras se sentaba sola en un rincón, un niño llamado Lucho se le acercó.

"Hola, soy Lucho. ¿Eres nueva aquí?" -

"Sí, soy Tita. Vengo de lejos..." - respondió con timidez.

Lucho sonrió, y enseguida empezó a contarle sobre su pueblo. Los dos comenzaron a charlar y, aunque a veces se interrumpían entre risas, se escuchaban.

"¿Qué te gusta hacer, Tita?" - preguntó Lucho.

"Me encanta dibujar... en mi país hay tantos colores. Cada vez que dibujo, siento que puedo volver allí" - dijo ella, mirando su cuaderno.

A la semana siguiente, Lucho le propuso un juego en el patio. Lucho reunió a varios niños y les dijo:

"Chicos, hoy vamos a aprender a usar nuestros colores para crear algo especial. Tita es nueva, y tiene unas ideas increíbles." -

Los niños miraron a Tita, un poco reticentes al principio, pero la curiosidad ganó. Tita les mostró cómo dibujar un sol con rayos de colores. Todos se entusiasmaron y, juntos, comenzaron a rellenar su gran dibujo en el suelo del patio.

Un día, Tita se dio cuenta de que algunos niños susurraban entre sí. Se sintió triste, y le comentó a Lucho:

"¿Por qué se ríen de mí?" -

"No les hagas caso. A veces, cuando no conocen algo, actúan mal. Pero tú traes algo diferente que puede enriquecer nuestra amistad" - respondió Lucho.

Al ver cómo Lucho la apoyaba, Tita decidió que no se dejaría afectar. Pero, en lugar de guardar silencio, dijo:

"Chicos, ¿quieren que les cuente sobre mis dibujos y mi país?" -

Los niños se miraron sorprendidos y algunos asintieron, así que Tita empezó a compartir historias sobre los animales, la naturaleza y las tradiciones de su hogar. Los rostros se fueron iluminando. Tita se dio cuenta de que, aunque diferentes, sus historias podían unirlos.

Con el tiempo, los niños en Colortín comenzaron a entender que cada uno tenía algo único que ofrecer y que, aunque vinieron de lugares distintos, todos podían ser amigos.

En la siguiente actividad escolar, la maestra anuncio:

"Hoy cada uno de ustedes presentará algo de su cultura o de su país de origen. Tita, ¡Tú serás la primera!" -

Tita, sintiendo un pequeño cosquilleo en el estómago, sonrió y dijo:

"Puedo hacer un mural en el patio. Será un collage de lo que todos traen." -

Los niños empezaron a traer objetos y dibujos; el patio se llenó de colores, risas y canciones. Cuando el mural estuvo listo, se organizó una gran fiesta para celebrarlo. La comunidad se unió y todos aprendieron de las culturas de cada uno, mientras Tita miraba con orgullo el resultado de su idea.

Y así, el pequeño pueblo de Colortín se convirtió en un lugar donde la diversidad era celebrada. Tita recuerda lo que Lucho le enseñó:

"La amistad se construye con el respeto y la curiosidad. Todos somos diferentes, pero juntos hacemos magia".

FIN.

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