El Viaje de Tobi



En una pequeña ciudad, vivía un perrito llamado Tobi. Era un beagle curioso, lleno de energía y con una gran amistad con su dueño, Mateo. Cada día, tras las aventuras en el parque, Tobi siempre esperaba ansioso el momento en que Mateo volvía del trabajo.

Un día, mientras Mateo trabajaba, Tobi se dio cuenta de que había dejado caer su juguete favorito, una pelota roja, en el parque. Con determinación en su corazón, Tobi decidió que tenía que recuperarla.

"¡No puedo dejar que se quede allí!" - pensó Tobi, moviendo su colita con energía.

Sin pensarlo dos veces, salió corriendo de casa. Tobi atravesó la pequeña calle y llegó al parque. Todo le parecía tan familiar, pero había algo diferente ese día: había más niños que nunca jugando y riendo.

Al ver la pelota roja a lo lejos, Tobi corrió hacia ella. Pero, mientras corría, se dio cuenta de que no era el único interesado en la pelota. Un grupo de niños jugaba cerca y, al ver la pelota, comenzaron a lanzarla entre ellos.

"¡Esa es mi pelota!" - ladró Tobi, confundido.

Pero los niños estaban tan atrapados en su juego que no escucharon al pequeño perrito. Tobi se sintió un poco triste, pero entonces tuvo una idea brillante: en lugar de enojarse, ¡podía unirse al juego!

Tobi corrió hacia los niños y, con un ladrido amistoso, les hizo saber que quería jugar. Los niños lo miraron sorprendidos y uno de ellos, una niña de cabello rizado llamada Sofía, dijo:

"¡Miren, chicos! ¡Un perrito!"

"¡Queremos jugar con él!" - exclamó un niño con una gorra.

Tobi se unió con gusto, corriendo y saltando durante la tarde. La pelota roja fue lanzada de un lado a otro y Tobi se convirtió en el estrella del juego. Rió y ladró de felicidad, disfrutando cada momento.

Sin embargo, cuando el sol comenzó a ponerse, Tobi recordó que debía regresar a casa antes de que Mateo se preocupara.

"¡Adiós, amigos! Gracias por jugar!" - ladró Tobi, mientras movía su colita.

Los niños se despidieron de él con sonrisas y promesas de que lo buscarían para jugar de nuevo al día siguiente.

Troton troton, Tobi corrió de regreso. Pero cuando llegó a la puerta de su casa, se dio cuenta de que estaba cerrada. Al acercarse, vio a Mateo justo al otro lado de la ventana, viéndolo con preocupación.

"¡Tobi! ¿Dónde estuviste?" - gritó Mateo, abriendo la puerta rápidamente.

"¡Yo fui a buscar mi pelota! Pero encontré algo aún mejor: amigos y mucho juego!" - ladró Tobi, moviendo su colita más rápido que nunca.

Mateo sonrió al escuchar las travesuras de su perrito.

"Lo importante es que volviste. Y me alegra que hayas hecho nuevos amigos." - dijo Mateo, acariciando a Tobi.

Desde ese día, todos los días después de que Mateo volvía del trabajo, Tobi no solo esperaba en casa, sino que también llevaba a Mateo al parque para jugar con sus nuevos amigos. Aprendió que a veces, aventurarse fuera de su zona de confort puede llevar a situaciones emocionantes y a nuevas amistades.

Y así, Tobi vivió muchas más aventuras, siempre recordando que los mejores momentos se compartían con aquellos que amamos. Cada día estaba lleno de alegría, juegos y nuevas lecciones sobre la amistad.

Fin.

FIN.

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