El viaje de Tomás



Había una vez un pequeño niño llamado Tomás, que vivía en un hermoso pueblo rodeado de montañas y ríos.

Tomás era muy alegre y curioso, pero había algo que lo entristecía profundamente: su madre había desaparecido cuando él era apenas un bebé. Tomás vivía con su amable abuela, quien siempre le contaba historias sobre su madre y le decía lo mucho que se parecían.

A pesar de ello, el niño siempre anhelaba conocer a su mamá y abrazarla fuertemente. Un día, mientras jugaba cerca del bosque, Tomás encontró una vieja foto de su madre junto a una carta que decía: "Querido Tomás, si estás leyendo esto es porque has crecido lo suficiente para emprender tu propia aventura.

Te amo con todo mi corazón y deseo verte pronto". Tomás sintió una mezcla de emoción y nerviosismo al leer aquellas palabras. Decidió entonces emprender la búsqueda de su madre sin dudarlo ni un segundo.

El primer lugar al que fue fue al mercado del pueblo, donde habló con los comerciantes más antiguos para ver si alguien recordaba haber visto a su madre. "-¿Han visto a esta mujer? Es mi mamá", preguntaba mostrando la foto.

Pero nadie parecía reconocerla. Desanimado pero decidido a no rendirse, Tomás decidió ir hasta la ciudad vecina para seguir buscando pistas sobre el paradero de su mamá.

Caminó durante horas bajo el sol abrasador hasta llegar a las calles bulliciosas de la ciudad. Encontrarse allí resultó ser una experiencia abrumadora para el pequeño Tomás. Pero no se dejó intimidar y comenzó a preguntarles a las personas que encontraba en su camino si habían visto a su madre.

"-Disculpe, ¿ha visto a esta mujer? Es mi mamá", decía mostrando la foto una y otra vez. Pasaron los días y las respuestas seguían siendo negativas. Tomás empezaba a perder un poco de esperanza, pero sabía que debía seguir adelante.

Un día, mientras caminaba por un parque, vio a una señora mayor sentada en un banco con una expresión triste en su rostro. Tomás se acercó tímidamente y le mostró la foto de su madre.

"-Disculpe, ¿ha visto a esta mujer? Es mi mamá", preguntó. La señora miró atentamente la foto durante unos segundos y luego sus ojos se llenaron de lágrimas. "-¡Eres tú! Eres igualita a tu madre", exclamó emocionada.

Resulta que aquella señora era la mejor amiga de la madre de Tomás desde hace muchos años. Le contó cómo habían perdido contacto cuando ella se mudó al pueblo donde vivía el niño.

Sin pensarlo dos veces, Tomás le pidió ayuda para encontrarla y así poder reunirse con ella al fin. Juntos emprendieron el viaje de regreso al pueblo natal del niño. Cuando llegaron, fueron recibidos con alegría por todos los habitantes del pueblo.

La noticia rápidamente se corrió: ¡Tomás había encontrado a su mamá! Finalmente, después de tanto tiempo buscándola incansablemente, Tomás pudo abrazar fuertemente a su madre y decirle cuánto la había extrañado. Fue un momento lleno de amor, alegría y lágrimas de felicidad.

Desde aquel día, Tomás y su mamá fueron inseparables. Juntos disfrutaron de cada instante compartido, creando recuerdos inolvidables y prometiéndose nunca más separarse.

Y así, el pequeño Tomás aprendió que no importa cuán difícil sea la búsqueda, si se tiene fe y perseverancia, los sueños pueden hacerse realidad.

FIN.

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