El Viaje de Tomás al Mundo de las Estrellas



Tomás era un niño curioso que pasaba las tardes explorando el jardín de su casa. Un día, mientras buscaba insectos, se encontró con un viejo telescopio que su abuelo había dejado olvidado. Intrigado, decidió mirar a través de él. De repente, un brillo intenso lo envolvió y, al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba en un lugar extraño y mágico.

"¿Dónde estoy?" - se preguntó Tomás, asombrado al ver árboles de colores vibrantes y flores que cantaban al viento.

Al caminar, conoció a Luna, una pequeña niña de cabello plateado y ojos brillantes.

"¡Hola!" - saludó Luna con una sonrisa. "Bienvenido al Mundo de las Estrellas. Soy la guardiana de este lugar."

"¿Mundo de las Estrellas?" - repetió Tomás, sintiéndose emocionado. "¿Qué se hace aquí?"

"Aquí, todos los sueños pueden hacerse realidad. Pero, para quedarte, debes ayudarme. Nos falta la Luz de la Amistad, y sin ella, este mundo se apagará para siempre."

Tomás se preguntó cómo podría ayudar a recuperar la Luz. Luna le explicó que debía atravesar tres desafiantes pruebas donde necesitaría ser valiente, creativo y, sobre todo, generoso.

"La primera prueba es el Laberinto de las Sombras. Debes encontrar tu camino sin perder la fe en ti mismo", le dijo Luna. Tomás asintió, decidido.

Entró al laberinto, donde un sinfín de sombras danzaban a su alrededor, tratando de asustarlo.

"¡No me daré por vencido!" - exclamó Tomás, recordando las palabras de su abuelo que siempre decían: "La fe en uno mismo es la luz que nunca se apaga."

Con cada paso, iluminaba las sombras con su valor. Finalmente, logró salir del laberinto.

"¡Lo lograste! Ahora, la segunda prueba es ayudar a los Pájaro-Reyes a construir su nido, usando tu creatividad", le indicó Luna.

Tomás se encontró con los Pájaro-Reyes, que estaban desanimados porque su nido se había caído.

"¡No se preocupen! Tengo una idea", dijo Tomás al observar los materiales alrededor. Usando hojas de colores y ramas flexibles, construyó un nido fuerte y acogedor.

"¡Es hermoso!" - cantaron los pájaros. "Gracias, Tomás. Has sido muy generoso."

Con el nido en su lugar, Luna sonrió.

"Has completado la segunda prueba. Ahora, la última prueba es más importante: debes demostrar la fuerza de la amistad. Encuentra al Dragón de las Nubes y muéstrale que la amistad puede cambiar todo."

Tomás comprendía que el dragón solía vivir solitario, triste y desconfiado. Cuando llegó a su cueva, el dragón lo miró con desconfianza.

"¿Qué deseas, pequeño?" - preguntó el dragón con una voz profunda.

Tomás dio un paso adelante. "He venido a hacerte un amigo. Sé que muchos te temen, pero aquí en el Mundo de las Estrellas, valoramos la amistad.

El dragón lo observó cuidadosamente.

"¿Amistad? ¿Qué es eso?" - preguntó, un poco confundido.

"La amistad es compartir momentos buenos y malos, apoyarse y cuidarse. Te invito a volar conmigo por los cielos", sugirió Tomás con entusiasmo.

El dragón dudó por un momento, pero finalmente aceptó. Volaron juntos y, poco a poco, el dragón comenzó a sonreír. Pronto, se sintió cómodo junto a Tomás. Cuando regresaron, el dragón tenía un brillo en sus ojos que antes no tenía.

"Nunca pensé que pudiera tener un amigo. Gracias, Tomás. Ahora entiendo lo que es la amistad."

Esa mágica conexión hizo que una hermosa luz comenzara a formar nuevamente el Mundo de las Estrellas. Luna apareció, radiante.

"¡Lo has logrado! Has devuelto la Luz de la Amistad a nuestro mundo. Sin duda, eres un gran amigo."

"Gracias, Luna", dijo Tomás, sintiéndose feliz.

"Pero ahora es hora de volver a casa. Nunca olvides lo que aprendiste aquí. La amistad y la confianza son las luces más poderosas que tenemos."

Antes de irse, Tomás abrazó a Luna y al dragón.

"No los olvidaré nunca. Prometo ser un buen amigo."

Al abrir nuevamente los ojos, Tomás se encontró de vuelta en su jardín, con el viejo telescopio en sus manos. Había aprendido que la amistad y el valor lo podían llevar a lugares maravillosos. Desde ese día, Tomás miraba las estrellas con una sonrisa, recordando su grandioso viaje y su promesa de hacer siempre lo correcto. Su corazón brillaba con la Luz de la Amistad.

Con cada noche que pasaba, Tomás miraba al cielo y pensaba en sus amigos en el Mundo de las Estrellas, y así, siempre recordaba que la verdadera magia reside en el amor y la amistad que compartimos con los demás.

FIN.

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