El Viaje de Tomás y el Cazador de Sueños



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía un niño llamado Tomás. Siempre había soñado con convertirse en un gran inventor, pero a menudo se sentía desanimado porque no sabía por dónde empezar. Fue entonces cuando un día, mientras exploraba el bosque cercano, se encontró con un anciano que parecía un poco fuera de lugar.

"Hola, pequeño. Soy Elías, el Cazador de Sueños. ¿Qué es lo que más anhelas en la vida?" - preguntó el anciano con una voz suave.

"Quiero inventar algo que ayude a los demás, pero no sé cómo hacerlo" - respondió Tomás, sintiéndose un poco inseguro.

El anciano sonrió y le dijo:

"Todo comienza con una acción. Cada idea que tengas puede convertirse en algo grande si la sigues. ¿Qué te parece si comenzamos a trabajar juntos?"

Tomás, emocionado por la propuesta, asintió con energía.

"Sí, ¡me encantaría!"

Elías llevó a Tomás a su taller mágico, lleno de artilugios fascinantes. Allí, el anciano le explicó la importancia de la Praxeología, que es el estudio de las acciones humanas y cómo cada decisión puede conducir a un resultado diferente.

"Cada paso que das cuenta. Por ejemplo, si ahora decides crear un juguete que haga feliz a un niño, eso te llevará al próximo paso: saber qué materiales usar. ¿Qué piensas?" - dijo Elías.

Tomás se sintió inspirado y comenzó a pensar.

"Quiero hacer un ventilador que funcione a pedal para que los días de calor, los niños no sufran tanto. Pero... ¿cómo lo hago?" - preguntó, su mente llena de curiosidad.

El anciano lo animó:

"Muy bien, comencemos. Primero, hagamos una lista de los materiales que necesitarás. ¡Tú decides cómo empezar!"

Al principio, Tomás se sintió perdido en su tarea, pero recordó las palabras de Elías y dio el primer paso. Fueron a recolectar madera, tuercas y un par de pedales viejos. Con cada acción que realizaba, más confianza iba ganando.

Mientras trabajaban, se encontraron con desafíos. Un día, el ventilador no funcionaba como esperaban.

"El viento no sale bien. ¿Qué estamos haciendo mal?" - se quejó Tomás.

"Toda acción tiene una reacción, Tomás. Tal vez necesitemos modificar el diseño. ¿Qué tal si hacemos un boceto nuevo?" - sugirió Elías.

Tomás se dio cuenta de que había muchas maneras de resolver un problema. Armó nuevos planos y fue probando diferentes versiones del ventilador. Tras mucho ensayo y error, finalmente, un día, su invento funcionó a la perfección.

"¡Lo logré, Elías! ¡Mira cómo gira!" - exclamó emocionado.

El anciano sonrió con orgullo y le dijo:

"Ves, Tomás. Cada acción que tomaste te llevó hasta aquí. No solo creaste algo útil, sino que aprendiste a no rendirte. La clave está en continuar, seguir eligiendo avanzar".

Tomás decidió llevar su ventilador al pueblo para compartirlo con otros niños. Todos estaban maravillados con su invento.

"¡Es el mejor juguete del verano!" - gritó uno de los chicos.

"Esto sí que ayuda a todos, Tomás" - dijo una niña emocionada.

Con cada sonrisa que recibía, Tomás se dio cuenta de que su acción no solo había creado un juguete, sino también felicidad. Aprendió que la Praxeología estaba dentro de todos y que cada decisión cuenta, que cada acción que tomamos puede impactar a otros. Desde aquel día, Tomás se convirtió en un inventor activo, compartiendo su conocimiento y ayudando a otros a hacer realidad sus sueños, inspirando un círculo de acciones positivas en Arcoíris.

De este modo, el pequeño pueblo se llenó de inventos maravillosos y de risas, y Tomás nunca dejó de recordar que cada sueño empieza con un simple paso.

FIN.

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