El Viaje de Tomi al País de los Colores



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Tomi que adoraba los colores. Cada vez que salía al jardín de su casa, tocaba flores, hojas y todo lo que le rodeaba, maravillándose con el arco iris que aparecía en su corazón cuando veía lo hermosa que era la naturaleza.

Un día, mientras exploraba su jardín, Tomi encontró un viejo libro lleno de dibujos coloridos. En el centro del libro había un mapa misterioso que prometía llevar a quien lo poseyera a un lugar mágico: el País de los Colores. Tomi, entusiasmado, decidió que debía encontrar ese país.

"¡Voy a necesitar ayuda!" - pensó mientras miraba a su mejor amiga, Lupe, que estaba cuidando su mariposa en el jardín.

"Lupe, ¿quieres venir conmigo al País de los Colores?" - le preguntó Tomi emocionado.

"¡Sí! Pero, ¿cómo llegaremos?" - preguntó Lupe, sus ojos brillaban con la idea de la aventura.

Tomi le mostró el libro y juntos decidieron que tendrían que seguir el camino que el mapa les indicaba. Las primeras instrucciones decían que debían atravesar el Bosque de los Susurros, un lugar que, según los cuando, estaba lleno de secretos y sorpresas.

Caminaron por el bosque, y pronto se encontraron con un zorro curioso.

"¿Adónde van, niños?" - preguntó el zorro, moviendo su cola de un lado a otro.

"Vamos al País de los Colores. ¿Nos puedes ayudar?" - respondió Tomi.

"Claro, pero antes deben responderme a riddle: ¿Qué es algo que nunca se ve, pero siempre está presente?" - dijo el zorro con una sonrisa traviesa.

"¡El viento!" - exclamó Lupe.

El zorro se rió y les permitió pasar. Siguieron su camino y llegaron a un río de aguas brillantes que reflejaba todos los colores del arco iris.

"¿Cómo cruzamos?" - preguntó Tomi, mirando el agua que danzaba alegremente.

"¡Vamos a construir una balsa!" - sugirió Lupe, entusiasmada.

Juntos recolectaron ramas y hojas grandes, y construyeron una balsa. Justo cuando estaban a punto de cruzar, un pato les habló.

"¡Hola! Si quieren pasar, deben decirme una cosa bonita sobre su amistad. ¡Sólo así podrán cruzar!" - dijo el pato, rozando el agua con sus alas.

"¡Nuestra amistad es como un arco iris que ilumina los días nublados!" - dijo Tomi, confiado.

El pato sonrió y dejó que cruzaran. Al llegar al otro lado, se encontraron con un jardín mágico, donde las flores bailaban y los árboles cantaban.

"¡Es increíble!" - gritó Lupe con alegría. De repente, un pequeño duende apareció, asomando su cabeza detrás de un árbol.

"Bienvenidos al País de los Colores, pero para conocer su esencia deben pasar una prueba. Deben encontrar la flor más hermosa y contarle un secreto sobre ustedes." - dijo el duende.

Tomi y Lupe comenzaron a buscar. Después de un rato, Tomi encontró una flor brillante.

"¡Esta es la más hermosa!" - exclamó.

Lupe se acercó y dijo:

"Yo le contaré mi secreto primero. Mi secreto es que a veces me siento sola, pero siempre encuentro alegría en las cosas simples, como las mariposas."

La flor, al escuchar el secreto, comenzó a brillar aún más.

"Tu sinceridad ha hecho que florezca, ahora es tu turno, Tomi." - dijo Lupe.

Tomi respiró profundo y confesó:

"Mi secreto es que a veces me da miedo no ser suficientemente bueno. Pero tus palabras siempre me hacen sentir especial."

La flor se iluminó aún más, creando una explosión de colores que iluminó todo el jardín.

"¡Felicitaciones! Han aprendido el verdadero valor de la amistad, que es ser genuinos y apoyarse mutuamente. Como premio, podrán llevar un pedazo de este país con ustedes para nunca olvidar lo que han descubierto juntos.” - dijo el duende.

Tomi y Lupe llenaron sus mochilas con semillas de flores mágicas, prometiendo volver algún día. Salieron del País de los Colores, convencidos de que la verdadera belleza está en ser uno mismo y compartirlo con los demás.

Mientras regresaban a casa, su amistad brillaba más que nunca, como un colorido arco iris que iluminaba el camino hacia nuevas aventuras.

Y así, Tomi y Lupe aprendieron que los colores de la vida son más vibrantes cuando los compartimos con amigos.

Desde ese día, siempre recordaron su travesía y cultivaron juntos su amistad, disfrutando de cada momento como si fuera un hermoso momento de color.

Fin.

FIN.

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