Había una vez un carpintero llamado Geppeto que vivía en un pequeño pueblo.
Un día, mientras trabajaba en su taller, tuvo la idea de crear una marioneta de madera a la que llamó Pinocho.
Geppeto deseaba con todo su corazón tener un hijo, y al terminar de tallar la marioneta, le pidió a las estrellas que le concedieran ese deseo.
Para su sorpresa, el Hada Azul apareció y le dijo:"-Geppeto, has demostrado tener un corazón noble y lleno de amor.
Concederé vida a tu creación".
El Hada tocó con su varita mágica a Pinocho y este cobró vida.
Los ojos de Geppeto se llenaron de alegría al ver a su nuevo hijo convertido en un niño real.
Pinocho estaba emocionado por poder caminar y hablar, pero no tardó mucho en descubrir lo travieso que podía ser.
A veces desobedecía las órdenes de Geppeto e incluso mentía.
Un día, mientras Pinocho jugaba afuera del taller, se encontró con dos niños mayores que lo persuadieron para ir a una feria llena de atracciones divertidas.
Sin pensarlo dos veces, Pinocho los siguió.
Cuando llegaron a la feria, los niños mayores comenzaron a gastarle bromas pesadas a Pinocho.
Lo empujaron hacia una montaña rusa sin frenos y él asustado gritaba:"-¡Auxilio!
¡Necesito ayuda!
"En ese momento el Hada Azul escuchó sus súplicas desde lejos y decidió intervenir.
Con su magia, detuvo la montaña rusa y rescató a Pinocho.
El Hada le dijo a Pinocho:"-Pinocho, cada vez que mientes o desobedeces, tu nariz crecerá.
Pero si demuestras ser valiente y obediente, te convertirás en un niño de verdad".
Pinocho comprendió el mensaje del Hada y decidió cambiar su actitud.
Regresó al taller de Geppeto y se disculpó por haberlo desobedecido.
A partir de ese día, Pinocho estudiaba todos los días para aprender cosas nuevas y ayudar a Geppeto en sus proyectos.
También aprendió sobre la importancia de decir siempre la verdad.
Un año después, Pinocho había demostrado ser un niño responsable y bondadoso.
Entonces el Hada Azul apareció nuevamente frente a él.
"-Has demostrado ser valiente y honesto, Pinocho", dijo el Hada sonriendo.
"Tu corazón ha cambiado por completo.
"En ese momento, el hada tocó con su varita mágica a Pinocho una vez más, pero esta vez no solo cobró vida sino que también se convirtió en un niño humano real.
Geppeto abrazó emocionado a su hijo mientras lágrimas de felicidad recorrían sus mejillas.
Desde aquel día, Pinocho siguió siendo un niño ejemplar.
Aprendió el valor del amor filial y trabajaba junto a Geppeto para hacer felices a los demás con las marionetas que juntos creaban.
Y así fue como Pinocho encontró su verdadera felicidad: siendo amado y amando a los demás, siempre recordando la importancia de ser valiente, obediente y decir siempre la verdad.