El Viaje de Valeria
Valeria era una niña de 10 años que vivía en Guayaquil, una ciudad vibrante llena de vida y color. Las casas de colores brillantes y el bullicio del mercado eran parte de su día a día. Siempre le gustaba aprender historia, especialmente sobre los antiguos pueblos indígenas que habían habitado su tierra.
Una tarde, mientras Valeria paseaba por el mercado, se encontró con un anciano que vendía libros antiguos.
"¿Te gustaría conocer la historia de este lugar, jovencita?" - le preguntó el anciano con una sonrisa.
Valeria, intrigada, respondió:
"Sí, me encantaría. Pero no sé por dónde empezar."
El anciano la miró con complicidad y le dijo:
"Cada libro tiene un viaje que ofrecer. Aquí, este libro te llevará a conocer a los incas, pero si quieres, puedo contarte una historia que nunca has oído."
Valeria se iluminó y asintió con la cabeza.
"Por favor, cuéntame la historia."
El anciano comenzó a narrar la leyenda de un niño inca que había encontrado un camino secreto hacia el futuro. Valeria se sumergió tanto en la historia que no se dio cuenta de las horas que pasaban.
"¡Eso es asombroso! ¿Crees que un día yo podría hacer un viaje así?" - preguntó emocionada.
"Claro, pero primero debes aprender a observar el mundo a tu alrededor. La historia está en todo lo que te rodea. ¿Qué te gustaría descubrir?" - replicó el anciano.
Valeria pensó por un momento y respondió:
"Quiero aprender sobre los recuerdos de la gente que vive aquí. Tal vez ellos tengan historias que contar."
Con una mirada aprobatoria, el anciano le dio un libro pequeño.
"Este es un diario. Escribe lo que descubras, sus páginas te llevarán a tu propio viaje."
Valeria llevó el diario a casa y empezó a visitar a sus vecinos. Habló con doña Rosa, la florista, quien le contó sobre sus viajes a Ecuador, y con el señor Mario, un músico callejero que le enseñó a tocar la guitarra. Todos tenían historias fascinantes.
Sin embargo, un día, mientras escribía en su diario, se dio cuenta de que muchos de sus amigos no estaban felices. Decidió que debía hacer algo.
"Voy a organizar un festival donde todos podamos compartir nuestras historias y talentos. ¡Celebremos lo que somos!" - pensó Valeria.
Emocionada, reunió a sus amigos para contarles la idea.
"¡Vamos a hacer un festival de historias! Cada uno puede compartir algo sobre su vida o un talento que tiene."
Los niños se unieron a ella, organizando juegos, música y comida. El día del festival llegó y la plaza se llenó de risas y alegría. Valeria presentó a cada uno de los participantes, dándole un espacio a doña Rosa, al señor Mario, y a todos los que querían compartir.
"¡Esto es increíble! Miren cuánto talento hay en nuestra comunidad!" - dijo Valeria al ver a todos disfrutar.
El anciano observó desde lejos, orgulloso de la decisión de Valeria.
"
Valeria, lo has hecho muy bien. Has escrito un nuevo capítulo en tu diario y, más importante aún, has unido a la comunidad.
"Gracias, misterioso anciano. La historia no solo se escribe en libros, también se vive y se comparte, ¿verdad?" - repuso Valeria con una sonrisa.
El anciano asintió.
"Así es. La historia es el puente que conecta a las personas, y tú has construido uno muy fuerte hoy. Nunca olvides que cada uno tiene una historia que contar."
Desde entonces, Valeria se dedicó a seguir creando espacios donde la gente pudiera compartir sus experiencias, ya fuera a través de un festival, una reunión o simplemente, un buen mate con sus amigos. Y su diario se convirtió en un tesoro lleno de relatos y aventuras, donde cada frase brillaba como un recuerdo especial. Junto a sus historias, Valeria también aprendió que las conexiones humanas son una de las cosas más valiosas que se pueden explorar en la vida.
Y así, con cada página que llenaba, Valeria se dio cuenta de que su viaje apenas comenzaba.
"¿Cuál será mi próxima aventura?" - se preguntó.
"¡El mundo está lleno de posibilidades!" - respondió su corazón lleno de sueños.
Desde ese día, cada aventura fue un nuevo capítulo en su vida, y cada persona a la que conocía era una nueva historia que contar.
Y así, Valeria continuó su viaje, una historia a la vez.
FIN.