El viaje de Zapate y Mimo



Zapate, el pequeño cangrejo aventurero, estaba disfrutando de un divertido día en la playa. Saltaba de charco en charco y exploraba cada rincón con curiosidad. Pero de repente, el cielo se oscureció y comenzó a llover muy fuerte.

- ¡Ay, ay! ¡Qué lluvia más intensa! -exclamó Zapate mientras buscaba refugio bajo una roca-. No puedo ver el camino de vuelta a casa. El agua caía sin cesar sobre la playa y los rayos iluminaban el cielo.

Zapate sabía que debía volver a su hogar antes de que la marea subiera demasiado, pero no tenía idea de cómo hacerlo en medio de esa tormenta.

De pronto, escuchó una vocecita proveniente del mar:- ¡Eh, Zapate! ¿Necesitas ayuda? Zapate miró sorprendido hacia el agua y vio a Mimo, una simpática tortuga marina que siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos. - ¡Mimo! Sí, por favor. No puedo ver nada con esta lluvia tan fuerte -respondió Zapate aliviado.

Mimo nadó hasta donde estaba Zapate y le dijo:- Tranquilo amigo cangrejo. Yo te llevaré seguro a tu casa. Súbete en mi caparazón y nos protegeremos juntos de la lluvia.

Zapate trepó rápidamente al caparazón de Mimo mientras este se sumergía en el agua para navegar con destreza entre las olas. Aunque aún llovía mucho, estar junto a Mimo le daba confianza a Zapate. - ¡Gracias, Mimo! Eres un gran amigo -dijo Zapate emocionado.

Mimo sonrió y le respondió:- Los amigos siempre están para ayudarse. Ahora, debemos encontrar el camino correcto a tu hogar.

¿Recuerdas algún punto de referencia en la playa? Zapate pensó por un momento y recordó que cerca de su casa había una enorme roca en forma de almeja marina. - ¡Sí, sí! Cerca de mi casa hay una roca gigante en forma de almeja. Si logramos encontrarla, sabré que estoy cerca -explicó Zapate entusiasmado.

Mimo nadó rápidamente hacia la orilla mientras Zapate mantenía los ojos bien abiertos buscando esa peculiar roca. La lluvia seguía cayendo fuerte, pero poco a poco se fueron acercando al lugar donde se encontraba la casa de Zapate.

De repente, entre las gotas de lluvia, Zapate divisó la tan esperada roca.

Saltó del caparazón de Mimo y corrió hasta su hogar mientras le gritaba:- ¡Mimo! ¡Lo encontré! ¡Estoy a salvo! Mimo sonrió satisfecha y felizmente regresó al mar mientras decía:- Me alegra haberte ayudado, querido amigo. Recuerda que siempre puedes contar conmigo cuando lo necesites. Desde aquel día, Zapate aprendió la importancia de pedir ayuda cuando no podía hacer algo solo.

También descubrió el valor verdadero de la amistad y cómo incluso en los momentos más difíciles siempre hay alguien dispuesto a tender una mano amiga.

Y así fue como el valiente cangrejo Zapate aprendió que, aunque a veces las tormentas nos hagan perder el rumbo, siempre habrá un amigo dispuesto a ayudarnos y guiarnos de vuelta a casa.

FIN.

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