El Viaje del Agua



En un pequeño pueblo llamado Ríos Verdes, vivía una gotita de agua llamada Awana. Awana era muy curiosa y soñadora. Todos los días miraba al río y anhelaba descubrir el mundo más allá de su pequeño hogar.

Un día, mientras el sol brillaba intensamente, Awana sollozó "Quiero conocer a otros amigos, sentir la brisa y hacer un gran viaje".

De repente, una nube llamada Nubi llegó volando. "Hola, pequeña gotita. ¿Estás lista para una aventura?". Awana, emocionada, le respondió "¡Sí, sí!". Nubi sonrió y empezó a elevarse por el cielo, llevando a Awana en su viaje.

Juntas, cruzaron paisajes hermosos, desde montañas altas hasta campos verdes. A medida que ascendían, Awana comenzó a sentir un cambio. "¿Qué me está pasando? Me siento más ligera", dijo Awana.

Nubi explicó "Cuando el sol calienta el agua de los ríos y lagos, se convierte en vapor y sube al cielo. Eso es lo que te está pasando. ¡Estás evaporándote!". Awana, aunque un poco asustada, estaba emocionada por esta nueva experiencia.

Pero, ¿qué pasaría después? Cuando Awana se unió a Nubi en el cielo, se dio cuenta de que no podía volver. "¿Y ahora cómo regreso al río?" preguntó angustiada. Nubi la tranquilizó "No te preocupes, Awana. Todavía existe un gran ciclo por vivir. La magia del agua es que nunca desaparece, solo cambia de forma".

De pronto, el viento comenzó a soplar y Awana se volvió parte de la nube. Juntas, caminaron por el cielo, llenas de otras gotitas. Después de un tiempo, comenzó a hacer frío, y Awana se sintió un poco incómoda. "¡Estoy tan fría!" -exclamó.

Entonces, Nubi le dijo "Esto es porque vamos a formar gotitas de nuevo. Prepárate para caer". Awana sintió cómo su cuerpo se convertía en agua otra vez. En un momento, comenzó a lloviznar. "¡Estoy cayendo!" gritó, llena de alegría.

Awana aterrizó suavemente en un hermoso campo de flores. Allí se encontró con varias plantitas que la recibieron "¡Gracias, Awana! Nos haces mucho bien, nos das vida". Las florecitas le dijeron emocionadas.

Awana, sintiéndose feliz, entendió que no solo había viajado, sino que también había ayudado. Después de un tiempo, las flores comenzaron a absorberla. "¡Guau! ¡Soy parte de los nutrientes ahora!" -pensó Awana.

Pasaron los días, y el sol brilló intensamente de nuevo. Las calorías del sol comenzaron a calentar el suelo donde Awana estaba. "¿Qué está pasando?" -preguntó, sintiendo una vez más que se estaba evaporando.

"Es momento de subir otra vez" -contestó una mariposa que voló cerca. "Así es el ciclo del agua. Siempre estamos en movimiento". Awana sonrió, realineando su espíritu aventurero.

Y así, una vez más Awana ascendió, esta vez con nuevos amigos, listas para nuevas aventuras por el cielo. Había aprendido que el ciclo del agua nunca termina, y que cada etapa es tan importante como la anterior.

Desde ese día, Awana no solo exploró el mundo, sino que también se convirtió en una gotita sabia, siempre lista para la próxima aventura, sabiendo que, aunque su forma cambie, su esencia permanecerá siempre viajando y dando vida.

Y así, Awana siguió viviendo su historia de aventuras, cambiando de forma pero siempre siendo parte de algo más grande. Todos en Ríos Verdes sabían que cada vez que llovía, Awana estaba viajando por el mundo, haciendo amigos y ayudando a que todo creciera en su camino.

"Nunca dejes de soñar ni de explorar, porque el ciclo de la vida siempre nos da nuevas oportunidades" -decía Awana con una sonrisa mientras caía de nuevo a la tierra.

Así, los habitantes de Ríos Verdes aprendieron a valorar cada gota de agua, sabiendo que cada una tiene su propio viaje que contar.

FIN.

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