El Viaje del Agua Mágica
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Aguatierra, un grupo de amigos que pasaban sus días explorando su entorno. Entre ellos estaban Valen, una niña curiosa con cabellos dorados, y Tomás, su inseparable amigo de ojos verdes. Un día, decidieron aventurarse hacia la colina que estaba al borde del pueblo.
"¿Qué habrá más allá de la colina?" - preguntó Valen con emoción.
"¡Solo hay una forma de descubrirlo!" - respondió Tomás, lleno de entusiasmo.
Así que comenzaron a subir la colina, y después de un rato, llegaron a la cima. Desde allí, podían ver una hermosa y cristalina fuente de agua que brotaba entre las rocas.
"¡Mirá, Valen!" - exclamó Tomás al señalar la fuente.
"¡Es hermosa!" - respondió ella.
Sin pensarlo dos veces, se acercaron y llenaron sus botellas con el agua. Al dar el primer sorbo, ambos se miraron con sorpresa.
"¡Es agua mágica!" - aseguró Valen, sintiendo un cosquilleo en su estómago.
"¡Seguro! ¡Nos sentimos re bien!" - agregó Tomás emocionado.
Pero en ese mismo instante, una pequeña criatura apareció de detrás de unas piedras. Era un hada diminuta, con alas brillantes y una voz melodiosa.
"¡Espera! No pueden beber de esa agua sin saber de dónde viene. Es agua de montaña y no está tratada para el consumo humano. Puede ser peligrosa. "
"Pero es tan refrescante..." - murmuró Valen, sintiéndose un poco decepcionada.
"Entiendo, pero el agua de la fuente debe ser filtrada y purificada antes de beber. De lo contrario, los pequeños organismos que contiene pueden provocar malestar.
A medida que el hada explicaba, Valen y Tomás se sentaron a escucharla.
"¿Y cómo se hace eso?" - preguntó Tomás, interesado.
"En tu pueblo, hay muchas formas de conseguir agua que sea segura para beber. Los trabajadores de la planta de agua tratan y purifican el agua para que llegue hasta sus casas, listos para disfrutarla sin preocupaciones" - explicó el hada.
El hada también compartió acerca de la importancia del agua.
"El agua es vida. Además de ser esencial para beber, se usa para cultivar alimentos, crear energía y cuidar a la naturaleza. Necesitamos cuidarla, no solo para nosotros, sino también para los animales y las plantas".
"¡Tienes razón!" - dijo Tomás.
"Y cada vez que ahorramos agua, ayudamos a que más personas tengan acceso a ella" - agregó Valen, emocionada.
De repente, el hada sopló su varita, y la escena cambió. Valen y Tomás se encontraron en su pueblo, rodeados de amigos que estaban aprendiendo sobre el agua en la escuela.
"¡Miren!" - dijo la profesora, mostrando un gráfico.
"¿Sabían que cada vez que usamos el agua, debemos pensar en cómo podemos ahorrar?"
"¡Sí!" - gritaron todos al unísono.
Después de la clase, Valen y Tomás decidieron organizar una campaña para ahorrar agua en su escuela.
"Podemos hacer carteles y recordarles a todos que no dejen el grifo abierto mientras se cepillan los dientes", propuso Valen.
"¡Y que podemos usar cubos para bañar a nuestras mascotas!" - agregó Tomás.
A medida que pasaban los días, la campaña fue creciendo. Los niños de Aguatierra empezaron a cambiar sus hábitos y cada vez más personas se unieron a la causa.
"¡Lo están logrando! ¡El agua es importantísima!" - dijo el hada, apareciendo una vez más para ver su progreso.
"¡Gracias por enseñarnos!" - le respondieron Valen y Tomás con gratitud.
Finalmente, la fuente de agua fue preservada y convertida en un lugar donde todos podían aprender sobre la importancia del agua.
"Nunca olvidemos que el agua es un regalo precioso que debemos cuidar y respetar" - reflexionó Valen.
"Sí, y siempre debemos asegurarnos de que sea segura antes de beberla" - concluyó Tomás.
Y así, el pueblo de Aguatierra se convirtió en un lugar ejemplar donde los niños aprendían a cuidar el agua, disfrutando de su magia sin olvidar su importancia. Desde ese día, Valen y Tomás comprendieron que cada gota cuenta, y que el agua potable es un tesoro que todos debemos proteger.
FIN.