El Viaje del Amor Eterno



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Pedrito que vivía con su padre, un hombre amable y sabio que le enseñaba a su hijo todo sobre las estrellas.

Juntos pasaban las noches mirando el cielo oscuro y lleno de destellos brillantes. Un día, el padre de Pedrito enfermó gravemente y, a pesar de todos los esfuerzos del médico del pueblo, no logró recuperarse.

Pedrito se sintió muy triste al perder a su querido padre, su compañero de aventuras bajo las estrellas. Una noche, mientras miraba al cielo sin ver la misma magia que solía encontrar junto a su papá, una estrella fugaz cruzó velozmente el firmamento.

Pedrito recordó las palabras de su padre: "Las estrellas siempre estarán ahí, incluso si no podemos verlas. Nos conectan con quienes amamos". Entonces decidió emprender un viaje en busca de respuestas y consuelo.

En su camino se encontró con una anciana sabia que le dijo: "El amor nunca desaparece; solo cambia de forma". Con estas palabras en mente, Pedrito continuó avanzando. En su travesía conoció a nuevos amigos como Martina la tejedora y Juan el músico callejero.

Juntos compartieron risas, historias y sueños bajo el mismo cielo estrellado que solía observar con su padre. Una noche especial, durante una lluvia de meteoritos, Pedrito cerró los ojos y recordó cada momento feliz junto a su papá.

De repente sintió una brisa cálida acariciando su rostro y supo en lo más profundo de su corazón que su padre siempre estaría presente en cada estrella brillante que iluminaba el universo.

De regreso a casa, Pedrito miró al cielo con nuevos ojos llenos de esperanza y gratitud. Sabía que aunque ya no tuviera a su padre físicamente a su lado, siempre lo llevaría en sus recuerdos y en cada destello luminoso que guiaba sus pasos.

Y así fue como Pedrito aprendió que el amor perdura más allá del tiempo y el espacio; que las estrellas son faros eternos que nos conectan con nuestros seres queridos aún cuando parezcan estar lejos.

Y cada noche volvía a mirar al cielo sabiendo que nunca estaba solo realmente porque llevaba consigo todo ese amor incondicional heredado por parte de aquel ser tan especial para él: Su papá.

FIN.

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