El viaje del Caballero Pedorrico
En un reino muy lejano, vivía un caballero con un peculiar problema: cada vez que iba al baño, tenía flatulencias. El valiente caballero se llamaba Arturo, pero era conocido en todo el reino como Caballero Pedorrico.
Un día, el rey convocó a todos los caballeros para informarles de una misión especial. Se rumoreaba que un dragón apestoso estaba aterrorizando a los campesinos en la colina cercana. Arturo, a pesar de su problema, se presentó valientemente ante el rey para ofrecerse como voluntario.
El rey, sorprendido por su valentía, le encomendó la misión a Arturo. A regañadientes, los demás caballeros aceptaron que Caballero Pedorrico los representara. Arturo emprendió su viaje hacia la colina, enfrentando burlas y risas a su paso.
En el camino, conoció a una maga llamada Melisa, quien le advirtió sobre la peligrosa peculiaridad del dragón: su aliento podía encoger a cualquiera. A cambio de esta valiosa información, Melisa le pidió a Arturo que no se avergonzara de ser quien era. Así, el Caballero Pedorrico comprendió la importancia de aceptarse a sí mismo.
Finalmente, llegó a la colina y se enfrentó al temible dragón. Con astucia y valentía, logró derrotarlo sin recurrir a la violencia. El dragón, agradecido, le prometió que no volvería a molestar a nadie. El Caballero Pedorrico regresó al reino como un héroe, y su valentía y bondad habían superado su peculiar problema.
Desde ese día, Arturo enseñó a todos en el reino la importancia de aceptarse a uno mismo y de no burlarse de las diferencias de los demás. Y, aunque de vez en cuando todavía tenía sus flatulencias, aprendió que lo que importa es lo que hay en su corazón.
FIN.