El Viaje del Caballito Valiente



En un hermoso valle lleno de flores y árboles altos, vivía un pequeño caballo llamado Caballito. Un día se despertó con un leve dolor en la panza y decidió contárselo a su mamá.

- 'Mamá, me duele la panza', dijo Caballito, moviendo su cola con preocupación.

- 'Ay, Caballito, eso no suena bien. Debes ir al doctor. ¿Podés hacerlo solo?', respondió su madre con cariño.

- 'Sí, puedo', contestó el caballito, aunque un poco asustado.

Y así, Caballito comenzó su camino hacia la consulta del doctor. Al salir del establo, se encontró con su amiga la oveja Melodía, que estaba sentada en la sombra de un árbol, rascándose las patas.

- '¿Qué te pasa, Melodía?', preguntó Caballito.

- 'Me pica mucho la piel. Creo que tengo una alergia', respondió Melodía, con una expresión de incomodidad.

- '¿Te gustaría acompañarme al doctor? ¡Así podemos ir juntos!', propuso Caballito.

- '¡Claro! Eso me haría sentir mejor', dijo Melodía, levantando la cabeza con esperanza.

Continuaron su camino cuando se encontraron con el gallo Fernando, que estaba en la entrada de un corral.

- '¡Hola, amigos! ¿A dónde van tan apurados?', preguntó Fernando, agitando sus alas con energía.

- 'Al doctor, a que nos ayuden', explicó Caballito, señalando a Melodía.

- 'Yo también necesito ir. Me duele la garganta', confesó Fernando, mirando hacia abajo.

- '¡Perfecto! Nos acompañamos todos. ¡Vamos!', exclamó Caballito, sintiéndose más fuerte junto a sus amigos.

Los tres continuaron su camino y, al girar en una esquina, se encontraron con la conejita Saltarina, que estaba tratando de saltar, pero se veía triste.

- '¿Qué te ocurre, Saltarina?', preguntó Melodía.

- 'Me duele la pata. No puedo saltar como antes', suspiró Saltarina.

- '¡Ven con nosotros! Vamos al doctor', ofreció Fernando.

Saltarina sonrió al ver la solidaridad de sus amigos.

- '¡Sí, por favor! Me gustaría que me ayuden', dijo Saltarina, uniendo sus patitas en un gesto de gratitud.

Así, el cuarteto continuó su viaje hacia la consulta del doctor. Sin embargo, al llegar al puente que cruzaba el río, se dieron cuenta de que estaba un poco resbaloso.

- '¡Cuidado! No quiero caer!', gritó Melodía.

- 'Pongámonos en fila y crucemos juntos', sugirió Caballito, tomando la delantera.

Cada uno se colocó detrás del otro, y juntos cruzaron el puente con mucho cuidado, ayudándose entre sí para no resbalar.

Por fin llegaron a la casa del doctor Lince.

- '¡Hola, amigos! ¿Qué los trae por aquí?', preguntó el doctor, al abrir la puerta.

Caballito explicó:

- 'Nos duele algo a cada uno. Yo tengo dolor de panza, Melodía tiene picazón, Fernando le duele la garganta y Saltarina la pata.'

El doctor los escuchó con atención y, tras revisarlos, dijo:

- 'No se preocupen. Todos tienen soluciones simples. Caballito, probablemente es por algo que comiste; Melodía, necesitás un baño, Fernando, solo debes descansar un poco, y Saltarina, un poco de vendaje te ayudará.'

Los amigos sonrieron al escuchar las palabras del doctor.

- '¡Gracias, doctor!', exclamaron todos al unísono.

Contentos con los consejos, regresaron a su hogar, y por el camino empezaron a hablar sobre cómo cuidarse mejor y cómo resolver sus problemas juntos.

- 'De ahora en adelante, haremos chequeos juntos', propuso Caballito, mirando a sus amigos.

- '¡Sí!', gritaron todos, emocionados.

Y así, aprendieron la importancia de cuidar su salud y la de sus amigos. Aunque cada uno tenía sus dolencias, se dieron cuenta de que juntos eran más fuertes y podían ayudarse entre sí.

Desde ese día, Caballito, Melodía, Fernando y Saltarina formaron un grupo inseparable, visitando al médico cada vez que era necesario y compartiendo siempre, en cada aventura, una sonrisa y un poco de alegría, porque la amistad y la ayuda mutua hacen la vida más fácil.

Y así, en el hermoso valle, sus risas y aventuras continuaron.

¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

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