El viaje del caracol sabio
Había una vez un caracol llamado Mateo que vivía en el jardín de la casa de una familia. Mateo era conocido por su sabiduría, ya que pasaba horas observando y reflexionando sobre la naturaleza que lo rodeaba.
Un día, Mateo decidió emprender un viaje por el mundo para compartir su sabiduría con otros animales. -Hasta luego, amigos del jardín. Me voy en busca de aventuras y nuevos conocimientos. -anunció Mateo, mientras se despedía de los gusanos, las mariquitas y las hormigas. Todos lo despidieron con cariño y le desearon suerte en su viaje.
Mateo se desplazaba lentamente, pero con determinación, y pronto se encontró con una familia de pájaros en un árbol cercano. -¡Hola, amigos! Vengo a compartir con ustedes la sabiduría que he adquirido a lo largo de mi vida como observador del mundo. Los pájaros, intrigados, escucharon atentamente las palabras de Mateo y le agradecieron por su valiosa contribución. -Es sorprendente aprender de un caracol. Gracias por tu enseñanza, Mateo. -dijeron los pájaros, con gratitud en sus ojos.
Continuando su viaje, Mateo se encontró con una familia de ardillas en el bosque. -¡Buen día, amiguitos! Estoy aquí para compartir con ustedes mis reflexiones sobre la vida y la naturaleza. Las ardillas, curiosas, se acercaron a Mateo y escucharon con atención sus enseñanzas. Impresionadas por la sabiduría del caracol, las ardillas le pidieron que se quedara un tiempo con ellos para seguir aprendiendo.
Mateo aceptó la invitación y compartió su sabiduría con las ardillas, mientras también aprendía de su estilo de vida activo y enérgico. Pasaron días compartiendo conocimientos y experiencias, hasta que Mateo decidió continuar su viaje.
Después de recorrer muchos lugares y enseñar a diversos animales, Mateo regresó al jardín de la casa. Los animales del jardín lo recibieron con alegría, ansiosos por escuchar las historias de sus aventuras. Mateo les contó todas las enseñanzas que había compartido y cómo todos los animales, sin importar su tamaño o forma, tenían algo valioso que aportar al mundo.
Y así, Mateo el caracol sabio continuó viviendo en el jardín, compartiendo su sabiduría con todos los que estuvieran dispuestos a escucharlo, recordando siempre que el aprendizaje y la enseñanza son un viaje constante que enriquece el alma.
FIN.