El Viaje del Cisne Encantado
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos, una niña llamada Kilani. Era una niña curiosa y valiente a la que le encantaba explorar los alrededores con sus abuelos.
Un día, sus abuelos le pidieron que fuera al bosque a buscar cerezos para preparar deliciosas mermeladas. Kilani se puso contenta y emocionada por la misión que le habían encomendado, así que tomó su cesto y emprendió el camino hacia el bosque.
Mientras caminaba entre los árboles, Kilani divisó a lo lejos un lago tan grande y hermoso que parecía brillar con luz propia. Se acercó lentamente y descubrió que estaba custodiado por un imponente dragón de escamas relucientes.
El corazón de Kilani comenzó a latir con fuerza, pero su determinación era más grande. Quería cruzar el lago para seguir buscando los cerezos, pero el dragón no permitía que nadie pasara.
Sin saber qué hacer, Kilani se sentó en la orilla del lago y comenzó a llorar. De repente, un cisne blanco como la nieve apareció flotando graciosamente sobre las aguas del lago. Tenía unos ojos brillantes y una aura mágica que envolvía todo su ser.
El cisne se acercó a Kilani y con voz melodiosa le dijo: "¿Por qué lloras, pequeña exploradora?". Kilani levantó la mirada sorprendida por la presencia del cisne mágico y explicó su situación con el dragón guardián del lago.
El cisne sonrió amablemente y extendió sus alas resplandecientes sobre las aguas del lago. Con un gesto gentil, invitó a Kilani a subirse en su espalda para cruzar juntos hacia el otro lado.
"¡Gracias por ayudarme! Eres realmente maravilloso", exclamó Kilani mientras se aferraba al plumaje suave del cisne. El viaje fue emocionante: atravesaron cascadas cristalinas, volaron sobre praderas floridas y descendieron en picada hacia valles cubiertos de arcoíris.
Finalmente llegaron al otro lado del lago donde encontraron un sendero lleno de flores silvestres que los guiaba hacia un bosque encantado. A lo largo de su travesía juntos, el cisne mágico enseñó a Kilani importantes lecciones sobre amistad, valentía y respeto por la naturaleza.
Descubrieron cuevas secretas habitadas por hadas risueñas, montañas custodiadas por duendes juguetones e incluso laberintos llenos de desafíos donde debían trabajar en equipo para salir victoriosos.
Al final del día, cuando el sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas violetas, Kilani se despidió con cariño de su amigo cisne antes de regresar a casa con los cerezos recolectados en su cesto.
Desde ese día en adelante, cada vez que miraba al cielo nocturno estrellado recordaba con gratitud la valiosa amistad que había encontrado gracias al encuentro inesperado en aquel lago encantado junto al dragón guardián.
FIN.