El viaje del lobo, el tren y la escuela



Había una vez un lobo llamado Pua que vivía en un frondoso bosque. Pua era diferente a los demás lobos, ya que en lugar de aullar a la luna, prefería observar el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras exploraba el bosque, escuchó un ruido muy extraño. Siguiendo el sonido, descubrió que provenía de un tren que pasaba cerca de su territorio. Fascinado por la máquina que avanzaba sobre rieles, Pua decidió subirse al tren.

Al llegar a la estación, se dio cuenta de que estaba cerca de una escuela. La curiosidad lo llevó a acercarse al edificio, donde escuchó risas y alegría. Pua espió a través de la ventana y vio a los niños aprendiendo y divirtiéndose.

En ese momento, sintió un deseo abrumador de unirse a ellos. Sin pensarlo dos veces, entró a la escuela y se sentó en un rincón sin que nadie lo notara. - ¡Hola! ¿Quién eres? - preguntó un niño curioso.

Pua respondió tímidamente: - Soy Pua, el lobo. Los niños se sorprendieron, pero decidieron darle la bienvenida. La directora de la escuela notó la presencia del lobo y decidió hablar con él.

Después de una larga conversación, acordaron que Pua podría asistir a clases siempre y cuando prometiera portarse bien y respetar a los demás. Pua aceptó felizmente. Durante las clases, Pua demostró ser un alumno ejemplar. Aprendió matemáticas, ciencias, literatura y participó en todas las actividades escolares.

Los niños lo aceptaron como uno más y juntos compartieron aventuras y juegos. Pua se sentía parte de la gran familia de la escuela. Un día, mientras Pua y sus amigos jugaban en el patio, sintieron un escalofrío.

El frío había llegado al bosque, y con él, peligros como el hambre y la falta de refugio. Pua les contó sobre el problema y entre todos decidieron ayudarlo. Organizaron una colecta de alimentos y abrigos, y pidieron ayuda a la comunidad.

La solidaridad de todos logró reunir suficientes recursos para llevar alimento y abrigo a Pua y a su manada. El lobo estaba muy agradecido y emocionado por el gesto de amor y amistad que le habían brindado.

La lección que Pua aprendió en la escuela no era solo académica, sino también de humanidad. Aprendió el valor de la amistad, la solidaridad y el respeto por los demás.

Desde ese día, Pua se convirtió en un ejemplo para todos en el bosque, demostrando que la educación y el cariño pueden cambiar a cualquiera, incluso a un lobo.

FIN.

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