El viaje del marciano, la sopa de hongos y el monstruo



Había una vez en el planeta Marte, un simpático marciano llamado Zog que soñaba con conocer la Tierra.

Un día, gracias a la colaboración interplanetaria, logró conseguir un asiento en el ala de un vuelo de TACA que viajaba directo a Buenos Aires. Ansioso por conocer este nuevo mundo, Zog se sentó junto a la ventanilla y miró emocionado cómo despegaba la nave.

Mientras tanto, en la cocina del avión, la cocinera Martha preparaba una deliciosa sopa de hongos para servir a los pasajeros. La sopa de hongos de Martha era famosa en todo el universo por su exquisito sabor. La fragancia de la sopa se filtró por la cabina y llegó hasta donde estaba sentado Zog.

El marciano, intrigado, preguntó a un pasajero humano qué era ese maravilloso olor que llenaba el aire. "Es sopa de hongos, una delicia terrestre", respondió el pasajero. Zog se relamió y decidió que tenía que probarla.

Pero había un problema, ¡los marcianos no comen sopa de hongos! Sin embargo, Zog estaba decidido a probarla, aunque tenía miedo de no gustarle. Mientras tanto, en el compartimiento de equipaje, algo inesperado estaba a punto de suceder.

Un monstruo diminuto llamado Pelusín, que vivía entre las maletas, había conseguido colarse en la bodega del avión sin que nadie lo notara. A Pelusín le encantaba viajar y había oído hablar de la Tierra, así que aprovechó la oportunidad para unirse al viaje.

En la cabina de pasajeros, Zog se hacía amigos con los humanos y aprendía palabras en español. Pronto, llegó el momento de la cena y la sopa de hongos fue servida.

Zog dudó por un segundo, pero luego recordó lo valioso que es experimentar cosas nuevas. Con valentía, probó la sopa y le encantó. ¡Nunca había probado algo tan delicioso! Mientras tanto, Pelusín, asustado e impresionado por el bullicio del avión, salió de su escondite y comenzó a causar pequeños percances.

Los pasajeros no podían creer lo que veían, ¡un monstruo en el avión! La tripulación, preocupada, comenzó a buscar a la criatura. Zog, asustado por los gritos, salió de su asiento y, con el valor que caracteriza a los marcianos, se acercó a Pelusín.

"Tranquilo, amigo", dijo Zog. "¿Tú no le tienes miedo?", preguntó Pelusín sorprendido. "No, soy un marciano y sé que las apariencias a veces engañan.

Además, acabo de probar la sopa de hongos y descubrí que las cosas nuevas pueden ser maravillosas", respondió Zog. Pelusín se sintió reconfortado por las palabras de Zog. Juntos idearon un plan para solucionar el malentendido. Finalmente, lograron convencer a la tripulación de que Pelusín no quería causar daño, solo quería ver la Tierra.

Los pasajeros, tras superar el susto, empezaron a entender que Pelusín era inofensivo y hasta lo encontraron adorable. Todos juntos disfrutaron el resto del vuelo.

Además, la tripulación decidió darle una pequeña mochila para convertirlo en el primer monstruo viajero, y le tomaron una foto para incluirlo en la revista de la aerolínea. Finalmente, el avión aterrizó en Buenos Aires y Zog, junto con Pelusín, fueron recibidos con alegría.

Zog descubrió que la Tierra era un lugar maravilloso lleno de personas valientes y generosas. Pelusín, por su parte, se convirtió en una atracción turística. Juntos aprendieron que la valentía, la amistad, la tolerancia y la disposición a probar cosas nuevas pueden llevar a aventuras inolvidables.

FIN.

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