El Viaje del Niño y la Estrella



Había una vez un niño llamado Lucas que cada noche miraba una estrella especial en el cielo. Esa estrella, brillante y siempre a su lado, le daba calma y le susurraba palabras de aliento.

"¡Hola, Estrellita!" - le decía Lucas todas las noches, mirando hacia el firmamento.

"Hola, Lucas. ¿Cómo estás hoy?" - respondía la estrella con una voz suave y melodiosa.

Lucas vivía en un pequeño pueblo donde la vida era tranquila, pero a veces se sentía un poco solo. Anhelaba aventuras, pero no sabía por dónde comenzar. Una noche, mientras miraba a su amiga estrellita, le preguntó:

"Estrellita, ¿qué hay más allá del cielo? ¿Hay aventuras esperándome?"

"Sí, Lucas. Hay un mundo lleno de maravillas, pero para llegar hasta allí, debes creer en ti mismo" - respondió la estrella.

Decidido a vivir su propia aventura, Lucas hizo una mochila con algunos bocadillos, una linterna y un cuaderno para dibujar. Esa misma noche, justo antes de dormir, dijo:

"Estrellita, ¡me voy de aventura!"

Al día siguiente, Lucas partió con el amanecer. Mientras caminaba por el bosque cercano, escuchó un canto hermoso que provenía de un arbusto. Se acercó y encontró a un pajarito atrapado entre las ramas.

"¡Ayuda!" - chirrió el pajarito.

"No te preocupes, te ayudaré" - le dijo Lucas, que se agachó y movió con cuidado las ramas hasta liberar al pequeño ave.

"Gracias, amigo. ¿Cómo te llamás?" - preguntó el pajarito.

"Me llamo Lucas. ¿Y vos?"

"Soy Pip, y quiero ser tu amigo. Mientras te acompañe, puedo mostrarte el camino más rápido a la montaña de los sueños."

Emocionado, Lucas aceptó la compañía de Pip. Juntos tomaron un sendero que llevaba hacia la famosa montaña. Viajaron por ríos y praderas, y al caer la tarde, llegaron a un claro donde se encontraron con un viejo roble.

"¿Sabés, Lucas?" - dijo Pip. "Este roble es el guardián de los secretos de la montaña. Debemos preguntarle cómo seguir nuestro viaje."

Lucas se acercó al roble.

"Hola, gran roble. Soy Lucas y quiero llegar a la montaña de los sueños. ¿Podés ayudarme?"

"Claro, pequeño, pero antes debes responderme una pregunta: ¿Qué es lo que más deseas en tu corazón?" - dijo el roble, moviendo sus ramas suavemente.

Lucas pensó por un momento y respondió:

"Quiero aprender a volar, como los pájaros, y encontrar mi lugar en el mundo."

"El deseo es el primer paso. Debes conocer tus miedos y enfrentarlos. Sigue adelante, encontrarás la forma de volar en el camino" - dijo el roble.

Lucas y Pip continuaron su viaje, y al llegar a la montaña, encontraron un mágico lago. Las aguas reflejaban el cielo. Luciendo las estrellas, Lucas tomó una bocanada de aire.

"¿Cómo voy a volar, Pip?"

"Quizás debas intentar saltar..." - sugirió el pajarito.

Lucas miró hacia el lago y dio un gran salto, pero en lugar de caer al agua, sintió una ligera brisa que lo sostenía. Su corazón latía con fuerza.

"¡Mirá, estoy volando!" - gritó Lucas, mientras giraba y giraba en el aire, con Pip a su lado.

Con su nuevo poder, decidió explorar el cielo, tocar las nubes y sentir la libertad que nunca había conocido. Al final del día, mientras caía el sol, se dio cuenta de que había logrado lo que tanto deseaba.

Agradecido, miró de nuevo hacia el cielo y vio a su estrellita.

"Gracias, estrellita, te debo esto a vos. Sin tu aliento y susurros, no lo habría logrado".

"Siempre estaré contigo, Lucas. Nunca dejes de creer en ti mismo y en tus sueños" - respondió la estrella.

Al regresar a casa al anochecer, Lucas comprendió que las aventuras no solo se encuentran en los destinos, sino también en los caminos que tomamos, en las amistades que hacemos, y en la valentía de seguir nuestros sueños.

Desde entonces, cada noche, miró su estrella y sonrió, sabiendo que siempre tendría un amigo en el cielo que lo acompañaría en sus sueños.

FIN.

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