El Viaje del Patito Feo
Era una hermosa mañana en un tranquilo estanque, donde vivía un grupo de patitos. Todos eran amarillos, gorditos y adorables, menos uno. El patito más grande del grupo era diferente: tenía un plumaje gris y desaliñado. Todos lo llamaban el Patito Feo.
Un día, mientras los demás patitos nadaban felices, el Patito Feo se alejó un poco para reflexionar sobre su situación.
"¿Por qué no puedo ser como los demás?" - se preguntó, triste.
De repente, vio a una hermosa cisne nadando elegantemente. El Patito Feo la observó con admiración.
"¿Por qué el Patito Feo no puede ser un cisne?" - pensó.
Decidido a encontrar su lugar en el mundo, el Patito Feo se despidió de sus hermanos.
"Voy a buscar quién soy en realidad", dijo valientemente.
Caminó por prados verdes y atravesó bosques misteriosos. En su camino se encontró con animales que también eran distintos a los demás.
"No te preocupes, amigo. A veces ser diferente es una bendición" - le dijo una tortuga que pasaba por allí.
El Patito Feo sonrió, pero aún seguía inseguro sobre su apariencia. Más tarde, conoció a un grupo de patos que lo miraron con curiosidad.
"¿Por qué no vienes a jugar con nosotros?" - le preguntó uno de ellos. Pero el Patito Feo, avergonzado, replied:
"No sé si encajo con ustedes".
Sintiendo que nunca encontraría su lugar, el Patito Feo decidió seguir nadando por el río. Un día, al llegar a un lago cristalino, decidió detenerse y mirarse en el agua.
"Quizás no soy tan feo después de todo", se dijo con esperanza.
En ese momento, se dio cuenta de que alrededor de él había otros cisnes, bellos y majestuosos. Los cisnes también lo miraron, y a diferencia de los patos, no lo juzgaron. Formaron un círculo a su alrededor.
"¿Quieres unirte a nosotros?" - le preguntaron.
El Patito Feo dudó un instante, pero recordó las palabras de la tortuga.
"Sí, quiero", exclamó emocionado.
Y así, al unirse a ellos, el Patito Feo sintió cómo su corazón se llenaba de felicidad. Con el tiempo, creció hasta convertirse en un hermoso cisne, tan radiante como los demás.
"¡Miren!", exclamó uno de sus nuevos amigos. "Es un cisne hermoso!"
Desde aquel día, el Patito Feo nunca volvió a sentirse diferente o inferior, pues había aprendido que la verdadera belleza viene de aceptar quien uno es y no de cumplir con expectativas ajenas.
Y así, el Patito Feo vivió feliz en su nuevo hogar, rodeado de amigos y cariño.
Desde entonces, el lago siempre brillaba un poco más brillante cada vez que el Patito Feo mostraba su hermoso plumaje blanco al sol.
"Nunca dejes de ser tú mismo", repetía a quienes se lo preguntaban, recordando su viaje hacia la autoaceptación y la belleza interna. Así, el Patito Feo se convirtió en un símbolo de amor propio y confianza, inspirando a otros a encontrar su verdadero yo en cualquier lugar donde fuesen.
FIN.