El viaje del pato amarillo
En un tranquilo rincón del campo vivía un pato amarillo llamado Patico. A diferencia de los demás patos, Patico no sabía nadar, lo cual lo llenaba de tristeza y ansias de explorar el mundo más allá de la charca.
Un día, mientras miraba al cielo, Patico decidió que quería viajar y conocer otros lugares. Así que se puso en marcha con su maletita llena de sueños y su corazón rebosante de valentía.
En su primer encuentro, conoció a un simpático conejo llamado Saltarín. - ¡Hola, patito amarillo! ¿A dónde te diriges con tanta determinación? - preguntó Saltarín con curiosidad. - Quiero viajar y conocer el mundo. Sin embargo, no sé nadar, ¿cómo podré lograrlo? - respondió Patico con desánimo. - No te preocupes, amigo. Yo conozco a alguien que puede ayudarte. Ven conmigo. - dijo Saltarín.
Así, Saltarín llevó a Patico a encontrar al sabio Sapo Sabihondo, quien era conocido por sus amplios conocimientos sobre el mundo. - ¡Oh, Patico! - exclamó el sapo al verlo. - Si quieres viajar, no es necesario que sepas nadar, sino que debes aprender a volar. Toma estas alas mágicas y entrena todos los días. Pronto serás un experto volador.
Patico siguió al pie de la letra los consejos del Sapo Sabihondo. Con el paso del tiempo, logró volar alto y lejos, recorriendo montañas, valles y océanos. En su viaje, conoció a la amigable Tortuga Marina, quien le enseñó la importancia de la paciencia y la perseverancia, cualidades que Patico había demostrado durante su travesía.
Finalmente, Patico regresó a su querido rincón del campo, donde contó sus aventuras a sus amigos y a todos los animales del lugar. Les transmitió el mensaje de que los sueños pueden hacerse realidad si se tiene coraje y se busca ayuda en los momentos de dificultad.
Desde entonces, Patico continuó viajando, pero esta vez en el corazón y la imaginación de quienes lo habían escuchado, inspirándolos a atreverse a explorar y cumplir sus propios sueños.
FIN.