El Viaje del Pequeño Moisés



En un pequeño pueblo de Egipto, había un niño llamado Moisés. A diferencia de otros niños, él tenía un corazón valiente y una curiosidad infinita por el mundo que lo rodeaba. Desde muy temprana edad, Moisés se sentía diferente, como si tuviera una misión especial en la vida.

Un día, mientras jugaba en la orilla del río Nilo, encontró una canasta flotante. Con gran asombro, se acercó y vio que dentro había un pequeño pato, asustado y temblando.

"¡Hola, pequeño! ¿Cómo te llamas?" - preguntó Moisés con una sonrisa.

"Me llamo Pato, y estoy perdido. No sé cómo volver a mi casa" - dijo el pato.

Moisés, con su gran corazón, decidió ayudar al pequeño pato.

"No te preocupes, Pato. Juntos encontraremos tu hogar. ¡Vamos a preguntar a los animales de la selva!" - exclamó Moisés.

Moisés y Pato pidieron ayuda a muchos animales, pero ninguno sabía dónde estaba la casa del pato. Después de preguntar a varios, se encontraron con una tortuga llamada Tula, que era muy sabia.

"Podrían intentar buscar en el lado del río hacia el oeste. Allí se encuentra un hermoso lago donde viven muchos patos" - sugirió Tula.

Moisés y Pato agradecieron a Tula y emprendieron su camino hacia el lago. Pero el camino no fue fácil. Tuvieron que cruzar un tramo lleno de espinas y piedras. En ese momento, Pato empezó a dudar.

"Moisés, creo que no puedo ir más lejos. ¡Es muy difícil!" - dijo el pato, su voz temblando.

"Sé que es difícil, pero si seguimos juntos, lo lograremos. ¡Solo necesitamos un poco de valentía!" - respondió Moisés, alzando su voz con confianza.

Con el ánimo de Moisés, Pato continuó y finalmente, tras mucho esfuerzo, llegaron al lago. Al llegar, Pato comenzó a llover alegría.

"¡Mira! ¡Allí están mis amigos!" - gritó emocionado, señalando varios patos que nadaban en el agua.

Moisés sonrió al ver que Pato estaba tan feliz. Los patos notaron la llegada de su amigo y nadaron rápidamente hacia ellos.

"¡Pato! ¡Pensamos que te habías perdido para siempre!" - gritó uno de los patos, llenos de felicidad.

Pato estaba tan agradecido que se volvió hacia Moisés.

"¡Gracias, Moisés! Sin tu ayuda, nunca habría encontrado mi hogar. ¡Eres el mejor amigo que uno podría tener!" - dijo el pato, dándole un abrazo.

Moisés sonrió lo más que pudo y en ese instante se dio cuenta de que ayudar a los demás era su verdadera pasión. Al regresar a su hogar, se sentía aún más feliz.

En los días siguientes, Moisés decidió que quería ayudar a más animales. Junto a Tula, organizó una reunión en la selva.

"¡Queridos amigos, vamos a formar un equipo para ayudar a quienes están perdidos o en problemas!" - exclamó Moisés con emoción.

Los animales aplaudieron y pronto el grupo de ayuda comenzó a funcionar. Cada día, Moisés y sus amigos animales ayudaban a alguien nuevo.

Y así, el pequeño Moisés se convirtió en un héroe en la selva, no porque tuviera superpoderes, sino por su gran corazón y valentía para ayudar a los demás.

De esta manera, Moisés aprendió que, a través de la amistad y la colaboración, podías lograr grandes cosas. Y cada vez que veía a un pato en el lago, recordaba su primer viaje y sonreía, sabiendo que siempre hay algo bueno en ayudar a los demás.

FIN.

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