El viaje del perdón
Había una vez un niño llamado Juan, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Juan era un chico alegre y amigable, pero un día algo terrible sucedió que cambió su vida por completo.
Un grupo de niños malvados del pueblo comenzaron a molestarlo y hacerle bromas pesadas todos los días. Se burlaban de él por ser diferente y le hacían sentir muy triste. Esto hizo que Juan se enfadara mucho y decidiera tomar venganza.
Juan pasó días planeando cómo devolverles todo el dolor que le habían causado. Pensó en hacerles bromas peores, en decir cosas hirientes o incluso golpearlos.
Pero justo cuando estaba a punto de llevar a cabo su plan, algo inesperado ocurrió. Una tarde soleada, mientras caminaba por el bosque cerca del pueblo, Juan encontró a una tortuga atrapada entre unas ramas. La pobre tortuga parecía asustada y necesitaba ayuda para liberarse.
Sin dudarlo, Juan corrió hacia ella y la sacó con cuidado. La tortuga le miró con gratitud y dijo: "Muchas gracias por salvarme, joven Juan. Te estaré eternamente agradecida". Sorprendido de escuchar hablar a la tortuga, Juan preguntó: "¿Cómo sabes mi nombre?".
La tortuga sonrió amablemente y respondió: "En este mundo mágico al que pertenezco, puedo entender los deseos más profundos de las personas". Intrigado por las palabras de la tortuga, Juan decidió seguirle el juego.
"Entonces dime", dijo Juan curioso, "¿qué deseo tengo en lo más profundo de mi corazón?". La tortuga lo miró directamente a los ojos y le contestó: "Tu deseo más profundo es vengarte de aquellos que te han hecho daño".
Las palabras de la tortuga dejaron a Juan sin palabras. Se dio cuenta de que estaba a punto de cometer un grave error. En lugar de buscar venganza, decidió escuchar el consejo del animalito sabio.
La tortuga le habló sobre la importancia del perdón y cómo dejar ir el odio y la rabia solo traería paz interior. Le dijo que no se trata de olvidar lo que le habían hecho, sino aprender a superarlo y crecer como persona.
Juan comprendió las palabras de la tortuga y sintió una gran carga salir de su corazón. Decidió enfrentar a los niños malvados con valentía, pero en lugar de hacerles daño, les pidió hablar con ellos. "-Hola chicos", dijo Juan nervioso pero firme.
"-Sé que me han hecho mucho daño últimamente, pero quiero decirles algo importante. No voy a buscar venganza ni hacerles lo mismo que ustedes me hicieron".
Los niños malvados se sorprendieron por las palabras de Juan y comenzaron a escucharlo atentamente. "-Me di cuenta de que el odio no lleva a nada bueno", continuó Juan. "-En cambio, quiero perdonarlos y espero que podamos cambiar nuestra relación".
Los niños malvados quedaron asombrados por la actitud madura y generosa de Juan. Uno tras otro, pidieron disculpas por sus acciones pasadas y prometieron cambiar su comportamiento. A partir de ese día, todos los niños del pueblo aprendieron la importancia del perdón y la amistad.
Juan se convirtió en un ejemplo de valentía y generosidad, enseñando a otros niños cómo superar las dificultades sin buscar venganza. Y así, Juan comprendió que no siempre es necesario buscar venganza para ser feliz.
Aprendió que el perdón y la comprensión son mucho más poderosos que cualquier acto de violencia. Y desde aquel día, Juan vivió una vida llena de amor, amistad y reflexiones profundas sobre lo importante que es perdonar y dejar ir el odio.
FIN.