El viaje del pez gigante
En la hermosa Playa Vista Hermosa, ubicada en la costa argentina, vivían muchos animalitos marinos que disfrutaban del sol, la arena y el mar.
Todos los días se podía ver a los peces nadando alegremente y a las gaviotas volando en busca de su comida. Un día soleado, mientras los habitantes de la playa jugaban y se divertían, algo inesperado sucedió: un enorme pez desconocido emergió del agua. Era tan grande que todos quedaron sorprendidos al verlo.
-¡Miren ese pez gigante! ¡Nunca vi algo así en mi vida! -exclamó Lucas, un niño curioso que estaba construyendo un castillo de arena. El pez era de colores brillantes y tenía escamas relucientes que reflejaban la luz del sol.
Parecía perdido y confundido en tierra firme. Los animales marinos no sabían qué hacer ni cómo ayudarlo. La ballena Carolina, una amiga muy sabia que conocía bien el océano, se acercó al pez gigante para hablar con él.
-¿Estás perdido? ¿Necesitas ayuda? -preguntó con ternura Carolina. El pez gigante miró a su alrededor con tristeza y respondió:-Sí, me he separado de mi familia y no sé cómo volver al mar.
Soy diferente a ustedes y temo ser rechazado por ser tan grande. Los animales marinos se miraron entre sí con preocupación. Sabían que debían hacer algo para ayudar al extraño pez a regresar al océano donde pertenecía. Entonces, juntos idearon un plan ingenioso.
Primero, las tortugas marinas formaron una fila detrás del pez gigante para guiarlo hacia el agua. Luego, los delfines saltaron alrededor creando una especie de sendero acuático para facilitar su regreso al mar.
Por último, las focas empujaron con cuidado al pez desde atrás para impulsarlo suavemente hacia adelante. Con esfuerzo y trabajo en equipo lograron llevar al pez gigante de vuelta a su hogar en el fondo del océano.
Una vez allí, el gran pez les dio las gracias emocionado:-¡Gracias por ayudarme! Pensé que nunca volvería a ver el océano ni a mi familia. Ustedes son verdaderamente increíbles.
Desde ese día en adelante, el extraño pero amable pez gigante visitaba regularmente la Playa Vista Hermosa para jugar con sus nuevos amigos animales. Aprendieron que la amistad no tiene límites ni diferencias físicas y que siempre es importante ayudar a quienes lo necesitan sin importar cuán diferentes sean.
FIN.