El viaje emocional de Boo
Había una vez en un pequeño pueblo, un fantasma muy especial llamado Boo. A diferencia de otros fantasmas, Boo no asustaba a la gente, ¡sino que ayudaba a los niños que tenían miedo! Pero Boo tenía un secreto especial: podía adoptar diferentes colores según las emociones que quería transmitir.
Un día, en una casa cerca del bosque, vivía un niño llamado Tomás. Tomás tenía miedo de la oscuridad y no podía dormir bien por las noches. Sus padres intentaban calmarlo, pero nada parecía funcionar. Hasta que una noche, Boo decidió visitarlo.
"Hola, Tomás. Soy Boo, el fantasma amigable. He venido a ayudarte con tu miedo a la oscuridad", dijo Boo con una voz suave y amable.
Tomás se sorprendió al ver a Boo, pero en lugar de sentir miedo, su corazón se llenó de calidez al ver el hermoso color azul claro que emanaba de Boo. Este color representaba la tranquilidad y la paz.
"¿Cómo puedes ayudarme, Boo?", preguntó Tomás con curiosidad.
"Puedo enseñarte a transformar el miedo en valentía, Tomás. Pero para hacerlo, debemos emprender un viaje emocional juntos", respondió Boo.
Sin dudarlo, Tomás aceptó la propuesta de Boo y juntos se adentraron en un mundo mágico donde el cielo era rosado, los árboles eran de un verde brillante, y las flores brillaban en todos los colores del arcoíris.
Durante su viaje, Boo cambió de color varias veces. Cuando Tomás sintió nervios, Boo se volvió de un suave color amarillo que representaba la alegría. Cuando Tomás se sintió triste, Boo se tornó de un tono azul oscuro que simbolizaba la calma. A medida que avanzaban, Tomás comenzó a sentirse más tranquilo y seguro.
Pero de repente, se encontraron con un puente muy alto que conducía a la cima de una montaña. Tomás sintió miedo otra vez.
"No puedo cruzar este puente, tengo mucho miedo", dijo Tomás con voz temblorosa.
"Lo sé, pero ¿recuerdas lo que te he enseñado?", preguntó Boo con amabilidad.
"Sí, debo transformar el miedo en valentía", respondió Tomás, recordando las palabras de Boo.
Con cada paso que daba, Tomás se repetía a sí mismo que era valiente. Boo se volvió de un brillante color rojo que simbolizaba la valentía, y su brillo lo envolvió dándole fuerzas para cruzar el puente. Al llegar al otro lado, Tomás se dio cuenta de que su miedo se había transformado en un sentimiento de logro y valentía.
Al regresar a su habitación, Tomás se sentía diferente. Ya no tenía miedo de la oscuridad. Estaba agradecido con Boo por ayudarlo a superar su miedo. Esa noche, Tomás durmió plácidamente sabiendo que, incluso en la oscuridad, siempre habría luz en su corazón.
Y así, Boo siguió ayudando a más niños, cambiando de color para enseñarles a enfrentar sus miedos y emociones. Porque Boo sabía que a través de los colores, los niños aprenderían a conectarse con sus propias emociones y a encontrar la valentía en su interior.
FIN.