El viaje emocional de Enzo



Había una vez un niño llamado Enzo, quien acababa de mudarse a un nuevo barrio y debía comenzar en un colegio nuevo.

Estaba lleno de emociones encontradas: alegría por conocer nuevos amigos, enfado por dejar atrás a sus antiguos compañeros, miedo a no encajar, envidia de los niños que ya se conocían entre sí, sorpresa por todo lo desconocido y vergüenza por ser el "chico nuevo".

En su primer día de clases, mientras Enzo esperaba afuera del salón nervioso, apareció Alegría. Era un personaje con una sonrisa radiante y siempre estaba saltando de felicidad. -¡Hola Enzo! ¡Soy Alegría! Estoy aquí para recordarte lo emocionante que puede ser comenzar algo nuevo. Vamos a divertirnos juntos.

Enzo sintió cómo la alegría lo invadía y se dio cuenta que había mucho por descubrir en su nueva escuela. Al día siguiente, cuando entró al salón de clases y vio a los otros niños riendo y jugando juntos, apareció Enfado.

Tenía cara seria e intensa mirada. -¡Hey tú! Soy Enfado. No es justo que ellos ya tengan amigos y tú no.

¿Por qué no te molestas con ellos? Enzo sintió cómo la rabia crecía dentro de él pero decidió ignorarla. Unos días después, durante el recreo mientras observaba a los niños jugar fútbol en el patio escolar apareció Miedo. Tenía aspecto tembloroso y ojos asustados. -Hola Enzo... soy Miedo -dijo tímidamente-.

No sé si deberías unirte a ese juego, y si te lastiman, y si no eres bueno... ¡Oh no! El miedo se apoderó de Enzo y sintió cómo su confianza se desvanecía.

Pero entonces apareció Sorpresa, una chica con ojos grandes y boca abierta. -¡Hola! Soy Sorpresa. ¿Sabes qué? Nunca sabrás lo que puede pasar hasta que lo intentes. Vamos, atrévete a ser sorprendente. Enzo decidió escuchar a Sorpresa y se unió al partido de fútbol.

Jugó con todas sus fuerzas y fue increíblemente divertido. Al día siguiente, mientras estaba en el comedor escolar observando los deliciosos platos de comida, apareció Envidia. Tenía cara verde y mirada celosa. -Hola Enzo... soy Envidia -dijo con voz envidiosa-.

Mira todo lo que tienen los demás niños para comer. ¿Por qué no tienes eso? Enzo sintió cómo la envidia crecía dentro de él pero recordó las palabras de Alegría: "Vamos a divertirnos juntos".

Así que decidió disfrutar su propia comida sin compararse con los demás. Finalmente, llegó el último día de la semana escolar y mientras esperaba afuera del colegio apareció Vergüenza. Era un personaje tímido con cara sonrojada. -Hola Enzo...

soy Vergüenza -dijo bajando la mirada-. No debiste haber hecho eso antes, todos te están mirando... Enzo sintió cómo la vergüenza amenazaba con detenerlo pero recordó las palabras de Sorpresa: "Nunca sabrás lo que puede pasar hasta que lo intentes".

Así que levantó la cabeza y caminó con confianza hacia su casa. Esa semana, Enzo aprendió a manejar sus emociones. Entendió que todas ellas tenían un propósito y podía elegir cómo responder ante ellas.

Aprendió a abrazar la alegría, dejar de lado el enfado, enfrentar el miedo, sorprenderse con las oportunidades, no compararse con los demás y superar la vergüenza. Desde ese día en adelante, Enzo fue un niño feliz y seguro de sí mismo.

Disfrutó cada día en su nuevo colegio y creció rodeado de amigos verdaderos. Y así, comprendió que las emociones son parte importante de nuestra vida y nos ayudan a crecer si aprendemos a manejarlas adecuadamente. Fin.

FIN.

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