El viaje emocionante de Croco
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un cocodrilo llamado Croco. A diferencia de otros cocodrilos, Croco llevaba siempre consigo una katana y un sombrero de paja.
Le encantaba explorar lugares abandonados y misteriosos en busca de aventuras emocionantes. Un día soleado, mientras estaba explorando el bosque cercano al pueblo, Croco encontró un antiguo colegio abandonado. Se acercó cautelosamente y se asomó por la ventana del salón principal.
Para su sorpresa, vio a alguien moviéndose dentro del edificio oscuro. Intrigado por lo que había visto, Croco decidió entrar al colegio para investigar más a fondo.
Se adentró en los pasillos polvorientos y oscuros hasta llegar a la sala donde había visto a esa persona misteriosa. Al abrir la puerta, se encontró con una ventana mágica brillante que emanaba destellos dorados.
Sin pensarlo dos veces, Croco atravesó la ventana y fue transportado al pasado: ¡al año 1989! Cuando se recuperó del viaje en el tiempo, Croco notó que estaba rodeado de niños jugando en el patio del colegio. Todos ellos vestían ropas antiguas y parecían estar disfrutando de un día lleno de diversión.
Croco decidió mezclarse entre los niños para no llamar demasiado la atención. Pronto hizo nuevos amigos como Julieta y Mateo quienes aceptaron su presencia sin cuestionamientos. A medida que pasaban los días, Croco descubrió que aquellos niños estaban tristes porque su maestra favorita había fallecido recientemente.
Se llamaba Doña Juana y era una persona muy especial para todos ellos. El cocodrilo con katana y sombrero de paja decidió que tenía que hacer algo para alegrar a los niños y honrar la memoria de Doña Juana.
Entonces, se le ocurrió organizar un espectáculo en el colegio abandonado. Croco se convirtió en el director del show y cada niño tenía su papel: había bailarines, cantantes, malabaristas e incluso acróbatas.
Todos ensayaron durante días para sorprender a sus familias y amigos. Finalmente, llegó el gran día del espectáculo. El patio del colegio estaba lleno de personas emocionadas por presenciar el evento. Croco estaba nervioso pero confiaba en que todo saldría bien.
El show comenzó y los niños demostraron todo su talento. Las risas llenaron el aire mientras Croco dirigía con entusiasmo desde el escenario improvisado. Los padres estaban asombrados por las habilidades de sus hijos y no podían dejar de aplaudir.
Cuando terminó la función, los niños recibieron una ovación de pie. Estaban felices y orgullosos de sí mismos por haber realizado un espectáculo tan maravilloso.
Al finalizar, Croco se despidió de sus nuevos amigos Julieta y Mateo sabiendo que había dejado una huella positiva en sus corazones. De regreso al presente, Croco se dio cuenta de lo importante que es recordar a aquellos seres queridos que ya no están con nosotros.
Decidió visitar la tumba de Doña Juana junto a Julieta y Mateo para rendirle homenaje y agradecerle por haberles dado la oportunidad de conocerse.
Desde aquel día, Croco siguió explorando lugares abandonados en busca de aventuras, pero siempre llevaba consigo el recuerdo de aquel colegio mágico y los amigos que encontró allí. Y así, con su katana y sombrero de paja, continuó inspirando a otros con sus historias llenas de alegría y amistad.
FIN.