El Viaje en el Tiempo de Lucas
En un pequeño pueblo, Lucas, un joven de doce años cuya curiosidad era tan grande como el cielo, pasaba las tardes explorando el ático de su casa. Un día, mientras revolvía cajas llenas de polvo, encontraron un viejo baúl de madera. La cerradura estaba oxidada, pero gracias a su ingenio y perseverancia, logró abrirlo. Al abrir la tapa, un aroma a papel envejecido lo envolvió. Dentro, encontró varios diarios encuadernados en cuero, llenos de garabatos y escritos de su abuelo, un hombre al que había conocido solamente de relatos familiares.
"¿Qué misterios esconderás?" se preguntó Lucas mientras hojeaba las páginas amarillentas.
Sin poder contener su emoción, comenzó a leer:
"Querido diario, hoy es el 1 de octubre de 1955. He decidido emprender un viaje hacia el norte, hacia la Cordillera de los Andes. Nunca he visto montañas tan altas, y mi corazón late con fuerza por la aventura que me espera."
"¡Guau!" exclamó Lucas. "¡Mi abuelo había viajado!"
Por las tardes, Lucas se sumergió en la lectura, descubriendo que su abuelo había sido un gran explorador. Cada página era un paseo por paisajes lejanos, conversaciones con personas extraordinarias y momentos llenos de valentía y curiosidad.
Uno de los diarios tenía un dibujo de un mapa con distintos puntos marcados. Lucas no podía creer que su abuelo hubiera explorado casi cada rincón de su país. Un día, leyó:
"Mañana visitaré un lugar muy especial: la Laguna de los Cóndores. He escuchado historias de su belleza y de los magníficos cóndores que la habitan. Quiero ver si mis alas, aunque diferentes, pueden aprender de su vuelos."
Lucas decidió que quería seguir los pasos de su abuelo.
"Mama, ¡tengo que ir a la Laguna de los Cóndores!" dijo con entusiasmo.
"¿Ah, sí?" respondió su madre, levantando una ceja. "¿Y quién te acompañará?"
Lucas pensó un momento. Sabía que uno de sus amigos, Tomás, también disfrutaba de la naturaleza. Así que decidió invitarlo. Al día siguiente, estaban listos para la aventura. Con una mochila llena de comida y un mapa impreso desde el diario de su abuelo, se pusieron en marcha hacia la laguna.
Tras varias horas de caminata, la emoción de Lucas iba en aumento. Al llegar al lugar, se encontraron con un paisaje de ensueño: un espejo de agua cristalina rodeado por montañas imponentes y, en el cielo, volaban majestuosamente varios cóndores.
- “¡Mirá, Tomás! ¡Son como los que dibujó mi abuelo! ” señaló Lucas con los ojos brillantes.
Ambos amigos se sentaron en la orilla, rodeados de naturaleza.
- “¿Crees que algún día viajaremos tanto como él? ” preguntó Tomás, admirando el vuelo de los cóndores.
- “Definitivamente. Hay tanto para ver y aprender. Todo esto me hace sentir como él. Como un explorador,” respondió Lucas, sintiendo que buscaba un camino de su propia aventura.
Mientras regresaban, Lucas y Tomás comenzaron a hablar de sus sueños.
- “Si pudiéramos ir a cualquier lugar del mundo, ¿dónde irías? ” preguntó Tomás.
- “Hay tanto que quiero explorar, desde selvas hasta montañas. Y seguro me llevaría a mi abuelo en mi corazón. En cada paso, lo tendré presente,” dijo Lucas.
De vuelta a casa, Lucas se dio cuenta de que la curiosidad de su abuelo se había contagiado a él. Cada aventura escrita en los diarios le había dejado un legado imborrable. Decidió que no solo leería sobre ellas, sino que también las viviría.
A partir de ese día, Lucas formó un club de exploradores junto a sus amigos para recorrer su pueblo, descubrir tesoros escondidos y contar historias con los nuevos conocimientos adquiridos. Comenzaron a documentar sus experiencias, haciendo mapas, dibujos y tomando notas, llenando su propio diario de aventuras.
Por cada experiencia que vivía, se acercaba un poco más a la esencia de su abuelo.
- “Escribamos un libro, un legado, como él hizo. ¡No solo de aventuras, sino para inspirar a otros a seguir sus sueños! ” propuso Lucas.
- “¡Sí! Seremos los nuevos exploradores del pueblo”, exclamó Tomás.
Y así, Lucas no solo había encontrado un diario, sino que había comenzado su propio camino de exploración, llenando su vida con curiosidad, risas y amor por la aventura, uniendo el pasado y el presente de una manera mágica y perdurable.
FIN.