El viaje en el tiempo de Tomás



Había una vez un chico llamado Tomás que siempre había sido muy cercano a su abuela. Ella le contaba historias increíbles de cuando era joven y juntos hacían galletas de chocolate en la cocina.

Pero un día, su abuela enfermó y falleció antes de que él pudiera decirle cuánto la quería.

Tomás se sintió muy triste durante mucho tiempo, hasta que un día descubrió algo sorprendente: ¡una máquina del tiempo! Emocionado por la posibilidad de volver atrás en el tiempo para ver a su abuela una última vez, decidió activarla. De repente, se encontró viajando atrás en el tiempo, sin saber exactamente dónde estaba.

Mientras exploraba los alrededores, llegó a una pequeña casa donde vio a alguien familiar sentado afuera. —"Abuela" , gritó Tomás emocionado mientras corría hacia ella con lágrimas en los ojos. "¡No puedo creer que te haya encontrado!". La abuela lo miró confundida pero luego sonrió y lo invitó a pasar.

Juntos hicieron galletas de chocolate como solían hacerlo antes y charlaron sobre todo lo que había pasado desde la última vez que se habían visto.

Pero justo cuando parecía que todo estaba bien, algo extraño comenzó a suceder: la casa empezó a temblar y las paredes comenzaron a moverse. Fue entonces cuando Tomás recordó algo importante sobre las máquinas del tiempo: no podían estar demasiado cerca del momento actual o causarían problemas graves e impredecibles.

Con miedo de quedar atrapados en el pasado para siempre, Tomás y su abuela se despidieron apresuradamente y corrieron hacia la máquina del tiempo. Pero justo cuando estaban a punto de activarla, un hombre misterioso apareció frente a ellos.

"¿Qué están haciendo aquí?", preguntó el hombre con voz grave. Tomás explicó que había venido para ver a su abuela una última vez antes de que ella muriera, pero el hombre parecía escéptico. "Lo siento mucho, chico", dijo finalmente.

"Pero no puedes cambiar lo que ya ha pasado. Lo mejor que puedes hacer es recordar los buenos momentos y seguir adelante". Con lágrimas en los ojos, Tomás aceptó las palabras del extraño y decidió regresar al presente.

A pesar de que nunca podría volver a ver a su abuela en persona otra vez, sabía que siempre tendría sus recuerdos juntos para consolarlo.

Y así fue como Tomás aprendió la importancia de valorar cada momento especial con nuestros seres queridos mientras todavía estamos juntos, y cómo debemos aceptar la realidad de las cosas incluso si no son exactamente como nos gustaría que fueran.

FIN.

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