El viaje entre figuras geométricas



En un pueblo llamado Geotopia, vivía un niño llamado Mateo, a quien le encantaban las figuras geométricas. Un día, Mateo decidió emprender un emocionante viaje hacia la Montaña Poligonal, un lugar legendario donde se decía que habitaba el sabio Triángulo Equilátero, guardián de un tesoro mágico.

Mateo empezó su viaje con un círculo, que le serviría de guía. "Hola, soy Círculo y tengo un radio constante que es la distancia desde mi centro hasta mi circunferencia", explicó el círculo con entusiasmo. Mateo guardó al Círculo en su mochila y continuó su camino.

Pronto, se encontró con un cuadrado brillante y perfecto. "Hasta ahora has llegado conmigo, soy Cuadrado, con cuatro lados iguales y cuatro ángulos rectos", anunció el cuadrado. Mateo no dudó en llevarse al Cuadrado para unirse a su aventura.

Más adelante, divisó un triángulo. "¡Hola! Soy Triángulo, con tres lados y tres ángulos que suman 180 grados en total", mencionó el Triángulo. Mateo sonrió y encantado lo incluyó en su grupo.

Continuó su camino, y de repente se topó con un pentágono reluciente. "Soy Pentágono, con cinco lados y cinco ángulos", se presentó con orgullo el Pentágono. Mateo no podía dejar pasar la oportunidad de llevarse al Pentágono en su travesía.

Mientras Mateo se adentraba en la montaña, vio un hexágono radiante. "¡Hola! Soy Hexágono, con seis lados y seis ángulos", saludó el Hexágono con alegría. Mateo se emocionó al ver al Hexágono y decidió añadirlo a su grupo.

Finalmente, al llegar a la cima de la montaña, se encontró con el sabio Triángulo Equilátero, un ser enigmático y sereno. "Has reunido a figuras geométricas muy especiales en tu viaje", dijo el Triángulo Equilátero. "Sí, quería conocerlas y aprender de sus propiedades", respondió Mateo con humildad. "Has demostrado valentía y determinación. Por eso, te entrego este tesoro mágico, para que sigas explorando el maravilloso mundo de las figuras geométricas", expresó el sabio Triángulo Equilátero, entregando un cristal centelleante a Mateo.

Con el tesoro en sus manos, Mateo emprendió su regreso a Geotopia, lleno de sabiduría y gratitud por la maravillosa aventura vivida. Y desde ese día, se convirtió en un embajador de la belleza y la importancia de las figuras geométricas.

FIN.

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