El viaje espacial de Felipe y Morena
Felipe era un niño de 6 años con grandes sueños: quería ser astronauta y explorar planetas lejanos. Siempre que miraba al cielo, imaginaba las aventuras que viviría en el espacio. Su hermanita Morena, de 4 años, era su cómplice en todas las travesuras. Juntos, creaban mundos imaginarios y se divertían como nadie.
Una tarde, mientras jugaban en el patio, Felipe y Morena encontraron una caja muy grande y misteriosa. Emocionados, se acercaron y leyeron en una etiqueta que decía: "Propiedad de la Agencia Espacial". La curiosidad los invadió de inmediato.
-¡Mira, Morena! Esta caja debe ser un cohete espacial secreto de la NASA -dijo Felipe, con los ojos brillantes de emoción.
-¡Sí, sí! ¡Vamos a ser astronautas como habíamos imaginado! -exclamó Morena, emocionada.
Decididos a emprender su viaje espacial, los dos niños se metieron dentro de la caja y comenzaron a presionar botones imaginarios. De repente, la caja comenzó a temblar y a moverse, transportándolos a un mundo de fantasía.
Desde adentro, sentían que estaban despegando y viajando a la velocidad de la luz. Todo a su alrededor se transformó en un paisaje alienígena, lleno de planetas de colores brillantes y extrañas criaturas.
-¡Increíble, Felipe! ¡Mira esos planetas! -exclamó Morena, asombrada por la belleza del lugar.
A medida que exploraban el exótico paisaje, se encontraron con un simpático extraterrestre que se llamaba Ziggy. Ziggy los llevó a conocer su asombrosa nave espacial y les mostró cómo viajar por el universo.
-¿Quieren ser astronautas de verdad? ¡Pues no pierdan más tiempo! ¡Vengan conmigo! -dijo Ziggy, con entusiasmo.
Felipe y Morena se miraron, sonrieron y asintieron emocionados. Montaron en la nave de Ziggy y emprendieron un viaje inolvidable por el cosmos. Descubrieron planetas fascinantes, conocieron a seres de otros mundos y aprendieron sobre las maravillas del universo.
Después de muchas aventuras, Ziggy los llevó de regreso a casa sãos y salvos. Cuando salieron de la caja, todo volvió a la normalidad. Aunque su viaje espacial había terminado, Felipe y Morena sabían que siempre tendrían la imaginación y las ganas de explorar nuevos horizontes.
A partir de ese día, los dos hermanos se convirtieron en los exploradores más valientes de su vecindario, llevando consigo la lección de que los sueños pueden llevarnos a lugares que jamás habríamos imaginado, incluso sin salir del planeta Tierra.
FIN.