El viaje estelar de Felipe y Morena



Felipe era un niño curioso y soñador que siempre miraba hacia las estrellas y se imaginaba viajando por el espacio. Su hermanita, Morena, de cuatro años, también adoraba las historias espaciales y siempre quería acompañar a su hermano en sus aventuras imaginarias. Juntos, pasaban horas construyendo naves espaciales con cajas y juguetes.

- Felipe, ¿crees que algún día podremos viajar al espacio de verdad? -preguntó Morena con los ojos brillantes de emoción.

- Claro que sí, More, ¡nada es imposible si lo deseamos con mucha fuerza! -respondió Felipe con entusiasmo.

Un día, mientras jugaban en el jardín, encontraron un viejo telescopio en el desván de la abuela. Felipe limpió el polvo y, al mirar por el lente, vio la luna y algunos planetas. Esa visión les inspiró a embarcarse en una gran aventura. Decidieron convertir su vieja casita del árbol en una nave espacial y explorar juntos la galaxia.

- ¡Preparémonos para despegar, hermanita! -dijo Felipe, simulando la voz de un astronauta. Morena asintió emocionada. Con sus trajes espaciales improvisados y su casita-nave lista, comenzaron su viaje estelar. Se adentraron en un universo de fantasía, descubriendo planetas con formas extrañas, lunas brillantes y asteroides llenos de cristales mágicos. Pero de repente, se toparon con un agujero negro que los absorbió y los transportó a un mundo desconocido.

En ese lugar, conocieron a Amal, un simpático extraterrestre de ocho brazos que los ayudó a reparar su nave para volver a casa. Amal les enseñó mucho sobre el espacio, las estrellas y la importancia de cuidar el universo. A cambio, ellos le contaron historias de la Tierra y le mostraron cómo jugaban al escondite. Llenos de gratitud, emprendieron el regreso a casa, llevando consigo nuevos conocimientos y la promesa de cuidar su planeta como cuidaban el espacio que habían explorado.

Desde ese día, Felipe y Morena se convirtieron en los guardianes del espacio, compartiendo con todos la importancia de cuidar y respetar las maravillas del universo. Aunque todavía no habían viajado al espacio real, sabían que sus aventuras imaginarias les habían dejado valiosas lecciones y los habían acercado más a su gran sueño. Y mientras observaban las estrellas por la noche, recordaban a Amal y a todas las maravillas que habían descubierto juntos.

FIN.

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