El viaje estelar de Mateo



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Estrellada, un niño llamado Mateo que soñaba con convertirse en astronauta. Desde muy pequeño, siempre miraba al cielo y se maravillaba con las estrellas y la luna brillante.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Mateo encontró un viejo libro sobre cohetes espaciales. Emocionado, comenzó a leer todas las historias sobre los viajes a la Luna y los encuentros con extraterrestres.

Eso despertó aún más su deseo de ser astronauta. Mateo decidió construir su propio cohete espacial. Usando cajas de cartón y pintura brillante, creó una nave espacial imaginaria en su habitación.

Cada noche antes de dormir, cerraba los ojos y se imaginaba volando hacia la Luna junto a las estrellas. Una noche especial, cuando la luna estaba llena y las estrellas parecían bailar en el cielo, algo mágico ocurrió.

¡El cohete imaginario de Mateo cobró vida! De repente, se encontró flotando en el espacio exterior rodeado por miles de luces brillantes. Asombrado por lo que veía, Mateo siguió volando hasta llegar a la Luna. Allí descubrió un pequeño extraterrestre verde llamado Cosmo.

Cosmo era amigable y le mostró a Mateo todos los secretos del universo. "¡Hola! Soy Cosmo", dijo el extraterrestre con una sonrisa amistosa. "¡Hola Cosmo! Soy Mateo", respondió emocionado. "¿Cómo llegaste aquí, Mateo?", preguntó Cosmo curioso.

"Mi cohete imaginario cobró vida y me trajo hasta aquí", explicó Mateo. Cosmo llevó a Mateo en un recorrido por la Luna. Le mostró los cráteres y las montañas que formaban su paisaje único. Juntos, saltaron de un cráter a otro, riendo y divirtiéndose.

Mateo se dio cuenta de que no importaba cuántas estrellas brillaran en el cielo, la verdadera magia estaba en compartir momentos especiales con amigos. Después de explorar la Luna, Mateo sabía que era hora de regresar a casa.

Pero antes de partir, Cosmo le entregó una pequeña estrella brillante como recuerdo. "Esta estrella siempre te recordará nuestra amistad", dijo Cosmo emocionado. "Gracias, Cosmo. Nunca olvidaré este increíble viaje", respondió Mateo con gratitud.

De vuelta en su habitación, Mateo despertó con la estrella en sus manos. Aunque ya no estaba flotando en el espacio exterior, sabía que siempre tendría un pedacito del universo consigo. Desde ese día, Mateo siguió soñando con ser astronauta y explorar el espacio exterior.

Estudió mucho y se preparó para hacer realidad su sueño. Años más tarde, después de mucho esfuerzo y dedicación, finalmente se convirtió en astronauta. Viajó al espacio real junto a otros valientes exploradores espaciales.

Pero nunca olvidaría su aventura especial con Cosmo en la Luna. Siempre recordaría que aunque las estrellas son hermosas desde lejos, la verdadera magia está en los amigos que encontramos en el camino.

Y así, Mateo continuó su viaje por el universo, inspirando a otros niños a soñar en grande y alcanzar las estrellas. Porque, como aprendió de Cosmo, ¡los sueños realmente pueden hacerse realidad!

FIN.

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