El viaje estelar de Mateo


Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y árboles frondosos.

Desde chiquito, Mateo tenía una gran fascinación por las estrellas y los planetas, soñaba con viajar por el universo y descubrir todos sus secretos. Cada noche, antes de dormir, Mateo se acostaba en su cama y miraba por la ventana hacia el cielo estrellado.

Le encantaba imaginar que estaba flotando entre las estrellas, surcando galaxias lejanas y conociendo seres de otros mundos. Una noche, mientras Mateo caía en un profundo sueño lleno de fantasía e ilusión, algo extraordinario sucedió.

Un destello brillante iluminó su habitación y una voz suave resonó en su mente: "Mateo, ha llegado el momento de emprender tu viaje por el universo". Al abrir los ojos, Mateo se encontraba flotando en el espacio rodeado de estrellas centelleantes y planetas coloridos.

Estaba maravillado ante la inmensidad del cosmos y emocionado por la aventura que le esperaba. "¡Wow! ¡Esto es increíble!" -exclamó Mateo mientras giraba entre nebulosas brillantes. De repente, una estrella fugaz pasó cerca de él y le habló con voz melodiosa: "Soy Estela, la guardiana de los sueños.

Te guiaré en tu viaje a través del universo para que descubras la magia que hay dentro de ti". Juntos recorrieron planetas misteriosos donde criaturas fantásticas habitaban bosques encantados y montañas cristalinas.

Conocieron civilizaciones avanzadas que les enseñaron sobre la importancia del amor, la amistad y el respeto por todas las formas de vida. "¡Estoy aprendiendo tanto! Gracias Estela por esta experiencia maravillosa" -agradeció Mateo con emoción.

Tras días de exploración cósmica, llegaron a un lugar especial donde las estrellas bailaban al ritmo de melodías celestiales. Era el corazón del universo donde los sueños se convertían en realidad y cada deseo era posible.

"Aquí es donde reside la verdadera magia del universo, en tus sueños" -susurró Estela con cariño. Con el corazón lleno de gratitud y sabiduría, Mateo regresó a su cama justo antes del amanecer.

Al despertar sintió que todo había sido un hermoso sueño pero sabía en lo más profundo de su ser que aquella aventura había sido real en su corazón. Desde aquel día, Mateo siguió creyendo en la magia del universo y nunca dejó morir esa chispa de ilusión que lo impulsaba a soñar cada noche bajo el manto estrellado.

Y así fue como ese niño curioso se convirtió en un explorador intergaláctico capaz de llevar consigo siempre la luz eterna del cosmos dentro de sí mismo.

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