El viaje estelar de Miguel



Había una vez un niño llamado Miguel que vivía en una estación espacial junto a su familia. Desde pequeño, Miguel había soñado con ser astronauta y explorar el universo.

Pero para lograrlo, debía aprender a manejar su propia nave espacial. Un día, mientras estaba jugando en la sala de control de la estación, Miguel escuchó a sus padres hablando sobre una misión muy importante.

Debían llevar suministros a una colonia lejana y necesitaban la ayuda de Miguel para pilotar la nave. Miguel se emocionó mucho ante esta oportunidad y decidió aceptar el desafío. Sus padres lo llevaron al simulador de vuelo para enseñarle cómo manejar la nave.

"Recuerda, Miguel", dijo su papá con voz seria, "debes aprender a moverte hacia adelante y atrás con cuidado. También tienes que dominar los movimientos laterales hacia la izquierda y derecha". Miguel prestaba mucha atención mientras sus padres le explicaban cada uno de los controles de la nave.

Practicaron durante horas hasta que por fin Miguel se sintió confiado en sus habilidades.

Al día siguiente, llegó el momento tan esperado: ¡era hora de partir hacia esa colonia lejana! La familia se preparó rápidamente y subieron todos juntos a la nave espacial. Miguel estaba nervioso pero emocionado al mismo tiempo. Sabía que tenía todas las herramientas necesarias para completar esta misión tan importante. Concentrado en los controles frente a él, Miguel comenzó a moverse lentamente hacia adelante.

La sensación era increíble: podía sentir cómo su cuerpo flotaba ligeramente en el espacio. Pero de repente, algo salió mal. Miguel perdió el control de la nave y comenzó a girar sin control.

Trató de recordar lo que le habían enseñado sus padres, pero estaba tan asustado que no lograba concentrarse. "¡Miguel, debes calmarte!", gritó su mamá desde el asiento trasero. "Recuerda los movimientos laterales: hacia la izquierda y derecha".

Miguel cerró los ojos por un momento e intentó recuperar la calma. Respiró profundamente y se enfocó en los controles una vez más. Con determinación, Miguel realizó un movimiento lateral hacia la izquierda y logró estabilizar la nave.

Después hizo otro movimiento hacia la derecha para enderezarse completamente. La familia entera respiró aliviada mientras veían cómo Miguel recuperaba el control de la nave. Ahora solo faltaba llegar al punto final de su misión.

Con mucho cuidado, Miguel avanzó con su nave espacial hasta llegar a la colonia lejana. La gente allí estaba esperando ansiosa por los suministros que traían. "Miguel, ¡lo lograste!", exclamaron sus padres orgullosos mientras lo abrazaban fuertemente. "Eres un verdadero piloto espacial".

Desde ese día, Miguel se convirtió en uno de los mejores astronautas de toda la galaxia. Aprendió que aunque enfrentemos dificultades en nuestro camino, siempre podemos encontrar una solución si nos mantenemos calmados y confiamos en nuestras habilidades.

Y así fue como Miguel demostró al universo entero que nunca es demasiado joven para alcanzar las estrellas y que, con determinación y valentía, podemos llegar a donde queramos.

FIN.

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