El viaje estelar de Sofía


Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Sofía que soñaba con volar al espacio para conocer la luna.

Desde pequeña, miraba las estrellas todas las noches y se preguntaba qué secretos escondían más allá de nuestro planeta. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un anciano sentado en un banco observando el cielo con unos binoculares.

Sofía se acercó curiosa y le preguntó:- ¿Qué mira usted, señor? El anciano sonrió y le respondió: "Estoy observando las estrellas y recordando mis tiempos de astronauta. ¿Tú también sueñas con viajar al espacio?"Sofía asintió emocionada y le contó sobre su deseo de conocer la luna.

El anciano la miró con cariño y le dijo: "Si realmente quieres lograrlo, necesitarás mucha determinación y esfuerzo. Pero recuerda que los sueños pueden hacerse realidad si trabajas duro por ellos". Desde ese día, Sofía decidió dedicarse por completo a su sueño de volar al espacio.

Se inscribió en clases de ciencias, matemáticas e ingeniería espacial. Pasaba horas leyendo libros sobre astronautas famosos y misiones espaciales.

Un año después, se abrió una convocatoria para enviar a un niño o niña al espacio como parte de un programa educativo internacional. Sofía no dudó ni un segundo en presentarse a la audición. - ¡Estoy tan emocionada por esta oportunidad! -le dijo a sus padres antes de partir hacia la sede central de la agencia espacial.

La competencia era feroz, pero Sofía demostró todo su conocimiento y pasión por el espacio durante las pruebas. Finalmente, anunciaron que ella había sido seleccionada para viajar a la Estación Espacial Internacional.

- ¡No puedo creerlo! ¡Voy a cumplir mi sueño! -exclamó Sofía entre lágrimas de emoción. El día del lanzamiento llegó y Sofía se preparó para abordar la nave espacial.

Mientras esperaba en la plataforma de despegue, el anciano astronauta que había conocido en el parque se acercó a ella. "Recuerda siempre que los límites están solo en tu mente", le dijo con una sonrisa cómplice. La nave despegó lentamente rumbo al espacio exterior.

Sofía miraba por la ventana maravillada por la inmensidad del universo que se extendía ante sus ojos. Finalmente, alcanzaron la Luna y pudo salir flotando fuera de la nave para caminar sobre su superficie polvorienta. - ¡Es real! -exclamaba sofia mientras saltaba feliz bajo gravedad lunar reducida-.

¡He logrado mi sueño! Después de pasar varios días realizando experimentos científicos e investigaciones astronómicas desde el satélite natural de la Tierra, llegó el momento del regreso a casa.

Al volver a su pueblo natal, todos salieron a recibir a Sofía como una heroína local. Habían seguido cada paso de su aventura espacial través de las pantallas televisivas y periódicos locales. "¡Sofia ha vuelto!" gritaban los vecinos emocionados.

Desde entonces, cada vez que alguien le preguntaba cómo había logrado cumplir su sueño imposible; ella simplemente respondía: "Con determinación infinita y nunca perdiendo mi fe en mí misma".

Y así fue como aquella niña llamada Sofia demostró que los sueños sí pueden hacerse realidad si uno cree firmemente en ellos y trabaja incansablemente para alcanzarlos.

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