El viaje estelar de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le encantaba mirar las estrellas y soñar con viajar al espacio.

Un día, mientras observaba la luna desde su ventana, vio algo brillante que lo dejó sin aliento: ¡un cohete espacial aterrizando en el jardín de su casa! Tomás corrió emocionado hacia el cohete y, para su sorpresa, la puerta se abrió lentamente. Sin pensarlo dos veces, entró en la nave y despegaron rumbo a la luna.

Durante el viaje, Tomás conoció al simpático robot Luna, quien sería su guía en esta increíble aventura.

Al llegar a la luna, Tomás se quedó maravillado por todo lo que veía: cráteres enormes, rocas brillantes y un paisaje completamente diferente al de la Tierra. Luna le explicó que cada lugar tiene sus propias características únicas y que él también debía descubrir las suyas. "¿Cómo puedo hacer eso?" - preguntó Tomás con curiosidad.

"Debes explorar la luna y encontrar lo que te hace especial", respondió Luna. Tomás comenzó su travesía lunar, saltando de un lugar a otro y observando todo a su alrededor.

Encontró plantas extraterrestres de colores vibrantes, animales diminutos que brillaban en la oscuridad y hasta descubrió un río de lava que fluía lentamente por el paisaje lunar. Después de horas de exploración, Tomás se sentó en una roca para descansar y reflexionar sobre lo vivido.

Fue entonces cuando recordó algo importante: siempre había sido bueno dibujando estrellas y planetas. Esa era una característica única que lo hacía especial. "¡Luna! Creo haber encontrado mi característica especial", exclamó Tomás emocionado. "¡Eso es maravilloso!" - respondió Luna con alegría -.

"Ahora debes llevar esa pasión contigo a donde quiera que vayas". Con esa nueva confianza en sí mismo, Tomás regresó a la Tierra junto a Luna.

A partir de ese día, siguió dibujando estrellas y planetas con aún más entusiasmo e inspiración. Desde entonces, cada noche antes de dormir miraba hacia la luna recordando su increíble aventura espacial y cómo había descubierto sus propias características especiales.

Y así fue como Tomás aprendió que todos tenemos algo único que nos hace brillar como las estrellas en el universo.

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