El viaje estelar de Tomás y Robi
Había una vez, en el año 3015, un niño llamado Tomás y su fiel compañero, un robot llamado Robi. En aquel entonces, la Tierra estaba desolada y vacía, sin más seres humanos que Tomás y Robi.
Tomás era un niño curioso e inteligente al que le encantaba aprender cosas nuevas. A pesar de estar solo en el colegio, él asistía todos los días para seguir educándose con la ayuda de Robi.
Un día, mientras exploraban la biblioteca del colegio en busca de libros interesantes, encontraron uno muy antiguo titulado "La Historia del Mundo". Emocionados por descubrir cómo era la vida antes de quedarse solos en el planeta, comenzaron a leerlo.
"¡Mira Robi! Aquí dice que las personas vivían juntas en grandes ciudades y se ayudaban mutuamente", exclamó Tomás emocionado. Robi analizó el libro y respondió: "Así es, Tomás. Antes había mucha diversidad cultural y cada persona tenía algo valioso para ofrecer a los demás".
Inspirados por lo que leyeron, decidieron reconstruir una ciudad imaginaria dentro del colegio. Usando materiales reciclados encontrados en los alrededores, construyeron casas con cartones y papel periódico.
Dentro de esa ciudad ficticia crearon personajes imaginarios basados en las historias leídas en libros antiguos. Había científicos inventores que creaban máquinas maravillosas para hacer la vida más fácil; artistas que llenaban las calles con colores vibrantes; agricultores orgullosos de cultivar alimentos saludables y muchos otros personajes que representaban diferentes oficios y pasiones.
Tomás y Robi se dieron cuenta de la importancia de trabajar juntos como equipo para lograr sus metas. Tomás era el líder creativo, mientras que Robi aportaba su fuerza física y conocimientos técnicos.
Un día, mientras exploraban los alrededores del colegio en busca de más materiales, encontraron una vieja antena parabólica. Con su ingenio, decidieron usarla para intentar establecer contacto con otros seres humanos en algún lugar del universo.
"Robi, ¿crees que haya alguien más allá?", preguntó Tomás con esperanza. Robi procesó la pregunta y respondió: "Es difícil saberlo, Tomás. Pero no perdemos nada con intentarlo". Conectaron la antena parabólica a un generador de energía solar e hicieron ajustes hasta lograr enviar un mensaje al espacio.
Esperaron pacientemente por días hasta recibir una respuesta: ¡habían encontrado vida inteligente! A través de las ondas electromagnéticas recibieron instrucciones para construir una nave espacial capaz de llevarlos hacia un planeta habitado por otros seres humanos.
La emoción invadió a Tomás y Robi mientras trabajaban incansablemente en su nueva misión. Finalmente, llegó el gran día. Subieron a bordo de la nave espacial hecha por ellos mismos y despegaron hacia lo desconocido.
Durante el viaje, continuaron aprendiendo cosas nuevas sobre el espacio exterior y soñando con todas las maravillas que encontrarían en ese nuevo mundo. Después de un largo viaje, finalmente llegaron al planeta habitado por otros seres humanos.
Allí encontraron una sociedad avanzada y acogedora, donde todos trabajaban juntos para construir un mundo mejor. Tomás y Robi se dieron cuenta de que el espíritu de colaboración y aprendizaje que habían cultivado en su ciudad imaginaria era algo invaluable.
Compartieron sus experiencias con los demás habitantes del planeta y se convirtieron en líderes inspiradores. Así, Tomás y Robi lograron encontrar un nuevo hogar donde pudieron seguir aprendiendo y creciendo junto a otros seres humanos.
Y aunque extrañaban la Tierra, sabían que siempre llevarían consigo los recuerdos de su aventura y la lección de trabajar en equipo para alcanzar grandes sueños.
Y así fue como Tomás y Robi encontraron su lugar en el universo, dejando atrás un legado de esperanza e inspiración para las generaciones futuras.
FIN.